Entrevista a Waldemar Hermina, autor de "Muchos años de espera"
Queridos amigos, queremos que conozcáis mejor a nuestros autores por ello, en esta ocasión, hemos entrevistado a Waldemar Hermina, autor de Muchos Años de Espera.
¿Cuándo
y por qué decides crear tu novela?
La idea de escribir Muchos años de espera surgió cuando me
embarqué en la última revisión de mi primera novela, Al garete. Mientras daba por terminada la última revisión, pasé
algún tiempo reflexionando sobre los personajes que había desarrollado, en
especial sobre aquellos personajes que se hicieron viejos en Al garete, o los que murieron de vejez,
y me imaginé sus vidas en aquellos años prósperos de su juventud. Poco a poco
fui desarrollando el tema y entrelazando sus vidas con las leyendas del pueblo
y con los hechos históricos que precedieron la creación del Estado Libre
Asociado de Puerto Rico. Así es como surge Muchos
años de espera. Al igual que Al garete, se basa en el mismo pueblo, pero
unos cincuenta años antes.
¿Por
qué elegiste llamarla de esa manera?
Pienso que el título captura la esencia
de la historia: una anciana que está harta de vivir en un pueblo y en una época
a la que no pertenece. Lleva muchos años esperando por lo inevitable, al igual
que su terruño, el cual lleva muchos años esperando a que sean otros quienes
decidan su estatus político.
¿Cuánto
tiempo tardaste en reunir datos e información para poder escribir tu novela?
Comencé a redactar la historia en el
verano del 2013 y la tuve lista en abril del 2016. Desde ese entonces me mantuve a la
expectativa de qué hacer con el manuscrito. Lo presenté al concurso de literatura del Instituto de Cultura de Puerto
Rico, el cual concluyó en marzo del 2017 y, aunque no ganó, me invitaron a ser
parte de un registro de escritores puertorriqueños en su portal de internet.
Si
tuvieras que presentar este libro a nuestros lectores, ¿con qué palabras lo
harías?
En esta era en la que tenemos acceso a
todo en la palma de nuestra mano los grandes nombres y la fama cautivan. De
todas formas, dichos grandes nombres en algún momento fueron individuos comunes
y corrientes con ideas o talentos que buscaban cómo o dónde darse a conocer. Mi
nombre no es uno de esos grandes, pero sé que es alemán. No tengo claro por qué
mi mama escogió ese nombre —tal vez existían demasiados Luises, Felipes y Juanes en la familia—, pero sí tengo
claro que no tengo fama. Mi apellido tampoco es conocido. Llegó al Caribe en
barco desde Las Canarias, y aunque es poco probable, escuché que después de una
trifulca familiar los Hermina se separaron de los Hermida, reemplazando la “d”
por una “n”. Al no tener ninguno de esos dos atributos, solo resta recalcar que
quienes han leído mis libros coinciden en que tengo buen ingenio para contar
cuentos, lo cual me llevó a tejer la historia que les quiero presentar en este
momento. A través de sus personajes, Muchos
años de espera va mostrando los vaivenes de la vida rural caribeña en una
de las últimas colonias del mundo, donde muchos de sus residentes no tan solo
viven aislados geográficamente, sino que para ellos su entorno inmediato es lo
único que existe. En Muchos años de
espera la superstición, el fanatismo político y religioso dominan el ámbito
del pueblo, y lo irreal cruza la frontera del diario vivir hasta convertirse en
algo cotidiano. En conclusión, atrévanse a leerlo: es muy probable que les encante
y terminen recomendándolo.
¿En
qué ingrediente reside la fuerza de esta historia?
Mientras escribía iba rescatando
historias verbales de mi pueblo natal, y otras que viví en carne y hueso, hasta
que poco a poco traje a la vida las novedades de un pueblo costero caribeño donde
la tradición, el misticismo y el insularismo controlan las mentes y dan paso a
una serie de personajes cotidianos que fluctúan entre la realidad y lo
imaginario. Por lo tanto, me parece que esa narrativa
que se esmera en describir y conectar esas realidades cotidianas con las
connotaciones fantásticas de la misma realidad es el ingrediente que da fuerza
a esta historia.
¿Cuál
es tu personaje favorito y por qué?
Les mentiría si les dijera que no tengo
un personaje favorito, porque Antonia de la Concordia es ese personaje que me
saca las lágrimas. Esa mujer luchadora es muy parecida a mi abuela materna con
quien solo compartí mi vida hasta los doce años y a quien le debo en gran
medida la inspiración para escribir. En sus últimos años, a pesar de la ceguera
y de vivir confinada a una silla de ruedas, aún seguía contándome historias del
pasado con las cuales construyo el entorno de Estrella del Mar. En Al garete, ya para el final de la
novela, me enfrenté ante aquella situación inevitable de que Antonia tenía que
morir. Después de redactar el episodio de su muerte, me abarcó una pena tan
grande que pasé muchas noches sin poder escribir. En Muchos años de espera, Antonia es una mujer joven en control de su
familión, y fueron muchas la ocasiones en las que me sobre estimulé investigando
y redactando sus historias del espiritismo y pasé las noches en vela.
¿Cómo
describirías tu estilo?
Pienso que mi estilo intenta mostrar lo
irreal y lo extraño como algo muy cotidiano. A veces mi narrativa suele ser
sencilla, en ocasiones pintoresca, a veces irreverente, jocosa, y hasta cierto
punto existencialista. Creo también que queda claro que mis libros reflejan mi
compromiso con la justicia social. Muchos
años de espera también se nutre de historia. Durante la narrativa enlazo la historia de
Estrella con eventos de la historia relativamente reciente de Puerto Rico y
también la del contorno de ese pueblito joven pero olvidado de la costa norte
de la isla: la política colonialista, los vaivenes del estatus político, las
tradiciones, y la influencia del fanatismo político y religioso en el diario
vivir.
¿Qué
parte te resultó más complicada de escribir?
Enlazar
los eventos de la historia de Puerto Rico y del contorno de los pueblitos de la
costa norte de la isla fue una tarea complicada. La investigación en ocasiones
se hizo difícil dado que resido en California. Corroborar datos, fechas y nombres,
sobre todo cuando describo la fundación de mi pueblo natal en el 1807, sus
primeros residentes y demás detalles, requirió muchas llamadas de teléfono.
¿Quién
o quiénes fueron los primeros en leer este libro? ¿Cuál fue la primera
impresión?
Mi señora madre y mi esposa fueron las únicas
personas que leyeron el manuscrito antes de que lo enviara a la Editorial.
Ambas lo han disfrutado mucho, pero creo que sería justo explicar por qué. Mi
madre recibió el manuscrito sin tener una idea clara de qué trataba y una vez
comenzó a leer dijo que no lo podía poner a un lado. La intriga se la estaba
comiendo viva. En el caso de mi madre, pues a ella la historia le toca bien de
cerca. Se identifica con el pueblo, conoce muchas de las historias que narro y
se esmera por ponerles caras conocidas a los personajes. En el caso de mi
esposa es distinto porque ella está al tanto de lo que escribo, ya que a cada
rato le pedía: “lee esto o aquello a ver si te gusta o hace sentido”. En
resumidas cuentas, a ella la historia no la toma por sorpresa. En cambio, se entusiasma
al ver cómo mi narrativa va evolucionando con el tiempo.
¿Cómo
definirías la experiencia de trabajar con la Editorial Adarve?
La Editorial ha sido muy profesional en
todo momento. La comunicación ha sido excelente y el trato muy personal. Me han
mantenido al tanto del proceso desde que me contactaron con su propuesta hasta
que el libro subió en su portal.
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