Entrevista a Jesús Valentín García, autor de Las fuentes de la Providencia
Jesús Valentín García ha publicado las novelas Saudado (2011), Todas las verdades sobre el coleccionista (2015) y El cesto del bandolero (2016). Es autor, además, de varios libros de relatos. Las fuentes de la Providencia es su cuarta novela y en ella busca plasmar una historia —tipo western— ambientada en Providence Springs, una ciudad ficticia que será testigo de un crimen. Conoced más a través de esta entrevista.
Leer los primeros capítulos
Háblanos
un poco de ti.
Soy un hombre sencillo, de ambiciones
limitadas que nació en Sevilla y ahora vive en Dos Hermanas. En mi vida siempre
tuvo un lugar destacado la lectura y desde hace ya varios años, la escritura.
También tengo espacio reservado para cierto frikismo
que compagino con mi vida familiar y profesional, hasta ahora sin demasiados
problemas.
¿Eres
un escritor asiduo?
Si por asiduo quieres decir constante,
pues sí. Escribo siempre que puedo y no he dejado de hacerlo desde que publiqué
Saudado, mi primera novela. Lo hago porque
es una de las cosas que más disfruto, solo lamento haber llegado a ella un poco
tarde.
¿Cómo
surge la idea de crear una novela de Western?
En realidad no es el típico western al que estamos acostumbramos,
pero respondiendo a la pregunta, el escenario donde se desarrolla el género
siempre me ha parecido muy atractivo, pues a mi modo de ver, creo que la
Norteamérica de aquel tiempo proporciona un marco potencialmente literario que
ha estado poco valorado en ese sentido: un país con un tremendo choque cultural
entre nativos e inmigrantes, entre los mismos inmigrantes entre sí, con una
administración pobre y carente de herramientas judiciales o policiales; en
suma, un escenario propicio para dar rienda suelta a las mejores y peores
actitudes humanas.
¿Qué
podremos encontrar a través de la lectura de Las fuentes de la Providencia?
Podemos encontrar los mejores y peores sentimientos
que muestra el ser humano flotando en un ambiente proclive a dejar soterrados
los primeros y permitir el afloramiento de los últimos. La novela tiene dos
tramas que confluyen: una trata la resolución de un asesinato a cargo de un
sheriff, la otra es biográfica y encaja más en el perfil que nos tiene
acostumbrado el western últimamente.
¿Cuánto
tiempo tardaste en escribirla?
Unos seis meses. La escribí con bastante
más fluidez de lo que acostumbro, quizás porque tenía muy esquematizada la trama
y muy caracterizados los personajes.
¿En
qué ingrediente reside la fuerza de esta historia?
Pues, aunque suene raro para un western, en el amor, el cariño, el
afecto; en su ausencia, en su rechazo, en cómo puede ser a veces tan mal
entendido y cómo todas estas cosas pueden marcar el rumbo existencial de una
persona.
¿Cuál
es tu personaje favorito y por qué?
Pues, obviamente, en primer lugar, el
protagonista, Christopher Olsson, pues conforme relato su vida intento mostrar
al lector cómo va conformándose su personalidad. Luego, dos personajes que
están en los extremos: John Casey, el buhonero, y Wally, el pistolero.
¿Cómo
describirías tu estilo?
Intento que sea ágil y fácil. Creo
sinceramente que la facilidad de lectura es cosa recomendable, la agradezco
como lector y procuro ejercerla como escritor. En esta novela, además, hay
pasajes que demandan un estilo casi frenético, cosa que he intentado trasladar
cambiando el tiempo de escritura del pasado en el que se narra la obra al
presente.
¿Quién
o quiénes fueron los primeros en leer este libro? ¿Cuál fue la primera
impresión?
Tengo la fortuna de contar con un pequeño
grupo de amigas (Teresa, Carmen, Luisa y Mari Ángeles) que, además de ser las
primeras lectoras, me suelen corregir el manuscrito. No las cambio por nada en
el mundo. Según pude comprobar, les gustó mucho la novela, a pesar de que
alguna no era muy del género, lo cual me resultó bastante grato.
Si
tuvieras que presentar este libro a nuestros lectores, ¿con qué palabras lo
harías?
Las fuentes de la Providencia cuenta la historia de alguien que quizás podría haber sido un
buen hombre, en la que he intentado que el lector, navegando entre una trama
detectivesca y otra puramente biográfica, reflexione casi sin pretenderlo y
comprenda las razones que lo imposibilitaban para serlo.
Solo puedo animarles a que lean Las
fuentes de la Providencia y que ojalá la disfruten tanto como yo
disfruté escribiéndola. Y que me escriban contándome su experiencia con ella,
estaré encantado de contestarles.
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