Entrevista a Álvaro Botias, autor del libro "En clave de igualdad"





En clave de igualdad es un libro que recoge diferentes y verídicas historias de violencia de género. Un tema muy actual a través del cual Álvaro Botias pretende educar a la juventud y a los padres para erradicar la violencia. Podéis conocer más del autor y su libro a través de esta entrevista y sus redes sociales.

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Primeras páginas


¿Qué podremos encontrar entre las páginas de En clave de igualdad?

Encontraréis muchas cosas: optimismo, esperanza, celos obsesivos, actitudes machistas; unas positivas, otras no tanto, pero sobre todo, hallaréis igualdad, mucha igualdad.

Con esta obra he pretendido reproducir situaciones cotidianas en las que, todavía en pleno siglo XXI, el machismo sigue siendo el protagonista. De esta forma lo expongo, para que no se pueda seguir escondiendo y así enfrentarnos de cara con él. Además, no menos importante, hablo del papel de los y las profesionales que intervenimos con las víctimas, del agresor (de sus conductas y de sus creencias, entre otros puntos de interés) y pongo el foco en los más jóvenes: nuestros y nuestras adolescentes.

En definitiva, es un libro breve, con un tono marcadamente pedagógico y accesible a la ciudadanía en su conjunto (sin importar edad ni nivel de conocimientos previos sobre violencia en el ámbito de la pareja).

Como Inspector de la Policía Nacional, estás al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga. Podemos imaginar que has sido testigo de todo tipo de historias… ¿hay alguna que te haya marcado?

Buena pregunta. En estos cuatro años y pico en la especialidad, he visto de todo: niñas que con escasos catorce años ya han vivido la virulencia del machismo en primera persona, mujeres «hechas y derechas» que dan el paso de denunciar tras media vida sometidas, españolas, extranjeras, licenciadas, etc. El único requisito para sufrir violencia de género es, precisamente, ser mujer.

En mi primera obra (La lucha contra la violencia de género: vivencias de un policía) novelé un total de seis historias, basadas en investigaciones reales, que por su complejidad y por el contacto directo con sus —a día de hoy— supervivientes, dejaron huella en mí. Si os soy sincero, me costó «Dios y ayuda»" elegir solo a seis, porque son muchas más las valientes que, con su ejemplo, nos demuestran cada día que hay salida, que se puede vencer al machismo.

En la sinopsis de libro citas a tu prologuista: «el machismo es cultura, no conducta». ¿De qué manera crees que se puede modificar esta conducta?

Así es. Miguel Lorente es un referente en esta lucha y, muy acertadamente —desde su amplio conocimiento y experiencia—, señala que esta violencia es estructural. La situación de desigualdad y discriminación que viven las mujeres viene de largo: se trata de un desequilibrio que descansa sobre las bases de la cultura. Por tanto, si pretendemos erradicar este problema, tenemos que atacar a los cimientos: la educación y socialización de hombres y mujeres desde la más temprana infancia. Esta es, fuera de toda discusión, el mejor arma de prevención.

¿Qué opinas del feminismo? ¿Crees que, de alguna forma, es lo mismo que el machismo?

Opino que es un movimiento transformador que, desde hace mucho tiempo, se ha constituido en el principal motor de avance hacia la Igualdad. A mí, personalmente, me ha abierto los ojos: dicen que una vez que te pones las gafas moradas es difícil quitártelas. Más bien, diría yo, imposible. Hasta que se erradique la discriminación por razón de género y se equilibre la balanza en lo que respecta a derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; no seremos una comunidad democrática plena. La Igualdad es una cuestión de Derechos Humanos.

Sobre la segunda cuestión, voy a intentar aclarar conceptos de manera breve: machismo y feminismo no pueden, en ningún caso, ser términos contrarios. El primero, por definición, es negativo. La RAE contempla dos acepciones: la primera como «actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres»; mientras que en su segunda dice, literalmente, «forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón». El segundo, por su parte, es un sustantivo con connotaciones claramente positivas. Feminismo es, simple y llanamente, la «búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres». Por tanto, no se trata de opuestos en ningún caso, ni mucho menos pueden ser considerados como sinónimos.

Últimamente ha habido una ola de denuncias por acoso sexual por parte de muchas mujeres. Algunas actrices, por ejemplo, han hablado después de muchos años de los acosos sufridos en sus inicios por parte de directores de cine que les han prometido el éxito a cambio de una relación sexual; lo han hecho ahora, cuando su nombre ya ha acaparado fama. ¿Qué opinas de ello? ¿Acusar a alguien de acoso después de veinte o treinta años, después de haber conseguido lo que se quería?

Nada más alejado de la realidad. El rol femenino se ha caracterizado siempre por el silencio, por aguantar carros y carretas sin abrir la boca. «Calladita estás más guapa» es, por poner un ejemplo, una de las enseñanzas estrella de la cultura patriarcal.

Gracias a la cuarta ola del feminismo, en general, y al movimiento #MeToo, en particular, muchas mujeres han dicho «ya basta». Después de años de «normalización» de este tipo de conductas —el acoso sexual, en el caso que nos ocupa—, ellas han dado un paso al frente para denunciar la situación. El transcurso del tiempo, que quede claro, jamás se considera a efectos policiales y judiciales como un elemento que le reste credibilidad a la versión de las víctimas, por si alguien todavía lo dudaba. Por desgracia, la mujer todavía se enfrenta con sentimientos y reacciones de todo tipo al levantar la voz: vergüenza, culpa e incluso juicios externos en torno a la veracidad de su relato. Todo esto no ayuda a la hora de decidirse a contar un episodio de estas características. Por ello, se hace estrictamente necesario implementar políticas que redunden en una mejora de los recursos y la mejor protección para las mujeres. Solo así conseguiremos tenderles la mano.

¿Qué pretendes conseguir o cómo esperas que el lector reciba el mensaje que entrega tu libro?

He de admitir que soy muy ambicioso con este proyecto: me gustaría llegar a muchos y muchas jóvenes, padres, madres, profesionales y a todo aquel que, aún sin saberlo, desee que la Igualdad se convierta en una realidad. Pretendo que esta obra se convierta en una guía de consulta habitual para multitud de especialistas en la intervención con víctimas de esta lacra, al objeto de que no les falte nunca la esperanza y el optimismo. Con esto, me conformo.

Tu libro anterior, La lucha contra la violencia de género: vivencias de un policía, se refiere al mismo tema y ha tenido mucho éxito. ¿A qué se lo atribuyes?

Supongo que el público valora leer historias reales, contadas de primera mano. En mi primera obra le di voz a seis mujeres, a seis valientes que se enfrentaron de cara al machismo y salieron victoriosas. También expuse, resumidamente y en un lenguaje sencillo, las claves detrás de cada triunfo: la importancia del apoyo externo, el papel del policía protector, la coordinación entre instituciones, etc. La verdad es que la acogida me pilló por sorpresa, pero indudablemente la he recibido con el mejor de los talantes. Gracias a todos y todas mis lectores y lectoras, de corazón.

Si tuvieras que presentar este libro a nuestros lectores, ¿con qué palabras lo harías?

«Señoras y señores, jóvenes y mayores, padres y madres; con todos y todas ustedes En clave de igualdad. Este pequeño manual de llamativa portada, por su significado y por lo que representa, ha venido para remover conciencias y educar en igualdad. ¿Estáis preparados? Vamos al lío». Con esto creo que sería suficiente, ¿no os parece?

¿Por qué crees que nuestros lectores debiesen leer tu libro?

Deben leerlo por muchas razones, pero principalmente porque la Igualdad «está de moda». Es hora de coger el toro por los cuernos, de ceder privilegios para que así, de una vez por todas, las mujeres ocupen la porción de espacio público que les corresponde. Seguir escurriendo el bulto ya no es una posibilidad: de hecho, quien a estas alturas se pone de perfil —no se posiciona o directamente decide guardar silencio—, se convierte en cómplice de este injusto entramado. En pocas palabras, hay que pasar a la acción.

¿Y ahora qué, algún nuevo proyecto?

Ahora quiero dedicarme en cuerpo y alma a la difusión del mensaje que recojo en estas páginas, en mi día a día laboral y personal, en institutos y en cualquier foro que se precie. Por el momento no tengo en mente nada más allá de esta —como diría mi amiga y epiloguista Susana Gisbert— criatura que, espero y deseo, me traiga muchas alegrías. Sobre todo la de generar conciencia social, sumar en esta justa lucha y cambiar mentalidades.







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