Entrevista a Moisés González, autor del libro "El joyero de Carla"





El joyero de Carla representa un legado para su autor, Moisés González. Dedicada a su nieta Carla, esta novela nos presenta la historia de una familia en la España del siglo XX donde se narran hechos históricos desde el punto de vista de quienes lo pudieron vivir pues el autor se dedicó a recopilar toda la información de voz de los verdaderos protagonistas. Es una novela dulce y hermosa que no podéis dejar de leer. Para conocer más del autor y su libro... ya sabéis, aquí os dejamos una entrevista que os ayudará a conocer mejor la historia y a su autor.


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Háblanos un poco de ti.


Soy Moisés González Muñoz. Nací en 1958 en Salobralejo (Muñogalindo), un pequeño pueblo de la provincia de Ávila. Tercero de trece hermanos del matrimonio formado por Moisés (comerciante) y Eutimia (maestra rural). Mi infancia discurrió por diversos pueblos de la geografía abulense, salvo una breve temporada en Asturias. Estudié, como interno, en el Colegio Diocesano de Ávila. En septiembre de 1973 me trasladé a vivir a Terrassa (Barcelona) y allí ingresé en el Instituto Investigador Blanxart. Diplomado en Profesorado por la UAB, ejercí como maestro en la Educación Pública entre 1982 y 2018, cuando me jubilé voluntariamente.
Soy un enamorado de la familia, los amigos, el mundo rural y la naturaleza, el senderismo, la lectura y la escritura. Dedico mi tiempo libre a estas actividades y, en especial, a mis dos sus nietas (Lucía y Carla).
Casado y con dos hijos varones, soy autor de Candiles para Lucía (ensayo autobiográfico de la España rural de los años 60-70 dedicado a mi primera nieta, Lucía); el relato de terror Pánico en Ulaca (dentro del libro colaborativo Ávila Tenebrosa de la Asociación de Escritores La Sombra del Ciprés de Ávila, de la que soy miembro) y de la novela costumbrista, El joyero de Carla, dedicada a Carla, mi segunda nieta. También pertenezco a la Asociación Nacional de Escritores Amateur.

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de El joyero de Carla?

Antes de nada, debo aclarar que lo que se narra en el libro nada tiene que ver con la realidad de sus protagonistas. Es una historia fabulada en torno a acontecimientos, la mayoría de ellos reales. En sus páginas podremos encontrar un conjunto de vivencias, relatos, anécdotas y experiencias de gente humilde del siglo pasado. Muchos de estos hechos me los transmitieron personas mayores (familiares, amigos y conocidos de pueblos de Ávila y de la ciudad de Terrassa) y lo demás es fruto de la investigación, de mi propia experiencia o de mi imaginación. La novela se desarrolla a través de una trama inventada, como ya he comentado con anterioridad, construida en torno a los hechos recopilados por mí, y en escenarios reales, pero revivido todo de manera imaginaria por unos personajes ficticios. Una mirada retrospectiva en torno a la vida y los avatares de la España del Siglo XX que les tocó vivir a nuestros antepasados: desde la monarquía hasta la llegada de la democracia, pasando por la II República, la Guerra Civil, la posguerra, el exilio, la dictadura y la recuperación de las libertades.

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Mi propósito a la hora de escribir El joyero de Carla se basaba en la idea de plasmar lo que yo había percibido en las personas que habían confiado en mí para relatarme sus vidas, anécdotas, sucesos u opiniones. La fuerza del libro, por tanto, creo que radica en la sencillez de la narración, la naturalidad de los escenarios y la humanidad de los personajes que van dando vida a la historia, pero, sobre todo, en las emociones y los sentimientos que se van reflejando a través de los protagonistas. Es un libro en el que pretendo que los lectores revivan las vicisitudes de los personajes en primera persona, como si fueran ellos los verdaderos actores. Más que leer la historia, quiero que el lector se inmiscuya y forme parte de ella. Ahora bien, una cosa son los deseos y otra bien distinta la realidad. Espero haber conseguido mi propósito y que aquellos que lean el libro no se sientan defraudados en sus expectativas.
Creo que son tres los ingredientes principales de este libro: la sencillez de su lectura, la humanidad de la historia y la emotividad de los personajes. 


¿Cómo describirías tu estilo?

Siempre me han gustado las novelas realistas, costumbristas e históricas —y supongo que ello me ha influenciado y queda bien reflejado en mis libros—. Sin embargo, nunca me he parado a pensar cómo es mi estilo, ni intento imitar a nadie en concreto. Me dejo llevar por mis limitaciones, mis conocimientos y por mi inagotable imaginación.
Teniendo en cuenta a quién va dirigido mi libro, he intentado adecuar escenarios, ambientes, personajes, diálogos y la trama a esos potenciales lectores.
Como premisa general, a la hora escribir, miro de hacerlo con frases sencillas y no demasiado largas; intento que los diálogos sean amenos y permitan avanzar en la trama; miro que las descripciones no sean demasiado extensas y me gusta que mis personajes sean verosímiles y que tengan vida.
Procuro no abusar de las subordinadas y me gustaría no adjetivar tanto, pero no siempre lo consigo. Me interesa más escribir para los lectores que prefieren pasar un buen rato con un libro antes que para los sesudos que buscan un doble trasfondo a la escritura.
Debo confesar que me apasiona el estilo de Miguel Delibes y que, de parecerme a alguien, me encantaría que fuera a él. Sin embargo, como conozco mis limitaciones, no osaré cobijarme ni siquiera a su sombra para que no caigan sobre mí las siete plagas de Egipto o la ira de los que en verdad dominan el arte de las letras.

¿Cuál es el personaje favorito de tu libro? ¿Por qué?

Si la pregunta estuviera formulada en plural, diría que tengo tres personajes favoritos: Carla, Lucía y Javier. Las dos primeras, aunque tienen un papel secundario en la obra, porque son mis dos tesoros y de acuerdo con A. Camilleri, escribo porque dedico mis libros, mis reflexiones, mis emociones y mis sentimientos a mis nietas, Lucía y Carla, y así ―mientras yo siga escribiendo― ellas sabrán que las sigo queriendo. Pero, sin duda, mi favorito es Javier, por lo que representa tanto para la novela como para mis recuerdos de infancia en el pueblo. Y además, porque me siento vinculado a él; porque yo fui un niño de pueblo y sigo siendo un adulto de pueblo que vive en la ciudad; porque yo también tuve una feliz infancia rural pesar de las migajas que me tocó compartir; porque tuve que abandonar el campo, mi lugar de origen, para instalarme en la ciudad, un espacio mucho más moderno y confortable que aquel, pero del todo desconocido para mí; porque en mi amigo Javier encuentro el transmisor de todas esas experiencias que yo fui recabando durante tanto tiempo.  

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?

A través de este libro quiero recuperar nuestro pasado reciente. Dar voz a la gente sencilla a la que casi nadie canta sus loas. Homenajear a todos aquellos que lucharon a muerte (valga el símil) contra las circunstancias y la adversidad, sin desfallecer. Hacer visibles los recuerdos de aquellos que nos proporcionaron un futuro mejor. Rescatar ese pasado reciente que algunos intentan desvirtuar y que muchos de nuestros jóvenes jamás llegarán a conocer de verdad. Transmitir a través de las letras el modo de vivir, los valores, las penurias, las alegrías y las penas, el amor y el odio, la mentira y la traición, la injusticia, las necesidades y las trabas para satisfacerlas... Es decir, rescatar del olvido parte de lo que nuestros mayores vivieron. La lucha, el sufrimiento, las miserias, la abnegación... Compartir ese legado que antes se transmitía de boca en boca, al calor de la lumbre, y que hoy, en la época de las tecnologías, somos incapaces de transferir a nuestros descendientes por falta de comunicación.
Esta es mi manera de agradecer lo mucho que les debo a todos aquellos que, gracias a su escritura, me permitieron descubrir, conocer, valorar, discrepar, imaginar, recordar, reír, sufrir o llorar y con ello enriquecieron mi manera de pensar y de actuar. Además, como escribo porque soy lector, y mi cerebro se comunicaba mejor con sus manos que con mi lengua, escribir me permite corregir y escoger las palabras sin que nadie me interrumpa o desespere mientras las encuentro. 

¿Cuáles son tus referentes literarios?

Yo fui un lector tardío y, para no romper el encanto, también empecé tarde a escribir. Recuerdo que de pequeño odiaba la lectura y apenas me interesaba para nada la escritura. No fue hasta entrar en la adolescencia cuando, en una clase de literatura, me «obligaron» a leer un libro desconocido para mí: La busca, de la trilogía de La lucha por la vida, de Pío Baroja. Lo cogí con desgana pensando que iba a resultar un suplicio, pero sucedió todo lo contrario y aquella lectura se convirtió en una rendija hacia el mundo de la lectura. 
Poco después, la pequeña abertura fue ampliándose hasta convertirse en un ventanal abierto de par en par, al tener que leer para otro trabajo de clase, El Camino, de Miguel Delibes. Desde el primer momento me sentí especialmente atraído por el «maestro» Delibes y comencé a leer todas sus obras. A la par, descubrí que ante mis ojos se encontraba una impresionante biblioteca casera —qué aficiones más raras tenía mi madre: ¡almacenaba libros!—. Allí descubrí a A. Machado, M. de Unamuno, Valle Inclán, Pérez Galdós, F. G. Lorca, H. C. Andersen, Ch. Dickens, E. Bronté, F. Dostoievski, L. Tolstói, E. Hemmingway, S. Fitzgerald, Steinbeck, E. Alan Poe, Kafka, J. Kerouak. O. Wilde. Con el tiempo descubrí a G. García Márquez, C. J. Cela, C. Laforet, C. Martín Gaite, Vázquez Figueroa, J. Semprún, Vargas Llosa, Ana Mª Matute, E. Mendoza, Almudena Grandes, Rosa Regàs, J. Navarro, A. Muñoz Molina, C. Ruiz Zafón, J. Cercas, I. Falcones… hasta llegar a otro de mis preferidos: Khaleh Hosseini.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Hace unos días terminé de leer Esa bruma invisible de Enrique Vila-Matas. No lo elegí yo, sino que me lo regaló mi hijo Raúl para San Jordi y pasó por delante de otros muchos que tenía en lista de espera. En la actualidad estoy terminando de leer Arcano 22 de Sara Fontseré, compañera de la Asociación Nacional de Escritores Amateur y en puertas tengo En tus recuerdos, de la Trilogía Ángeles Guardianes,  de Paula Velasco, otra compañera de letras, en este caso de la Asociación de Escritores La Sombra del Ciprés de Ávila.

¿Por qué crees que nuestros lectores debiesen leer tu libro?

He escuchado decir a más de uno que la mayoría de los escritores son muy pedantes y que todos piensan que sus libros son los mejores. Yo, que de momento solo soy alguien que escribe —lo de escritor es la meta de un larga carrera que acabo de comenzar— solo aspiro a que mis lectores se lo pasen bien con la novela. Como mi opinión no creo que sea demasiado objetiva, responderé con el informe de lectura elaborado por una persona que se dedica a valorar libros para las editoriales:

»El joyero de Carla es una estupenda novela que narra con pericia la vida de una familia, a la par que se van desgranando los principales acontecimientos históricos de nuestro país en el siglo pasado. Está muy bien escrita y se lee con placer. Narrada en tercera persona, con delicadeza y ternura, presta especial atención a sus personajes, a los que trata con cariño y respeto. Es costumbrista y realista, en el sentido de que el autor se detiene en la descripción de lugares, actividades y modos de pasar la vida que ya casi no se encuentran hoy día.
Las diferentes atmósferas y las subtramas quedan muy bien delimitadas y la línea argumental está lo suficientemente elaborada.
Es una novela muy hermosa y que merece mucho la pena. Un libro muy curioso, de una temática muy peculiar, que ha llamado mi atención y que merece la pena que sea publicado, pues tiene los ingredientes necesarios para atraer a un lector potencial dentro del género que tratado».
 
¿Y ahora qué, algún nuevo proyecto?

La escritura es un hobby para mí y como tal me lo tomo. No me marco metas ni objetivos a corto plazo. Escribo cuando tengo necesidad, algo que comunicar e inspiración para llevarlo a cabo. La escritura es una parte más de mi vida y, dicho de manera metafórica, escribo para vivir, pero no vivo para escribir. Es un placer, no una obligación. Por tal motivo, por mi cabeza rondan dos proyectos. Uno sería el de continuar con la segunda parte de mis memorias y el otro novelar una historia basaba en las nuevas tecnologías, la incomunicación, la deshumanización y el individualismo. Algo a lo que nos veremos abocados si no revertimos la realidad actual. Hoy muchos amigos se sientan en el mismo banco del parque, pero se comunican a través del móvil, despreciando los sentidos, las emociones y el trato directo.





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