Entrevista a Miguel Ángel Zamora, autor del libro El evangelio según la CIA




Portada del libro El evangelio según la CIA de Miguel Ángel Zamora. Editorial Adarve, Editoriales de edición tradicional


El evangelio según la CIA es una novela híbrida que mezcla la ciencia ficción con el suspense y que nos narra las tretas de la CIA para educar a conveniencia a un nuevo mesías. ¿Qué le depara el futuro a la sociedad? Conoced más de esta apasionante novela y su autor, Miguel Ángel Zamora, a través de esta entrevista. 



Leer primeras páginas




Háblanos un poco de ti.

Soy abogado y, por mi experiencia como tal, he vivido casos y situaciones que serían propios de una buena novela. Se trasladan a mis libros solo como anécdotas, pero han influido en mi forma de escribir y de ver la vida. Soy optimista y alegre, aficionado a la música, el cine, la pintura y la literatura, pero con una mentalidad crítica y escéptica como consecuencia de mi profesión. Creo que apenas existe ninguna experiencia que no pueda ser tratada con una cierta dosis de sentido del humor. Eso lo heredé de mi padre, que se hizo el muerto antes de morirse.

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de El evangelio según la CIA?

Mucha realidad y mucha irrealidad. Me es difícil distanciarme lo suficiente como para poder sintetizar lo que contiene la obra, pero siempre procuro escribir algo que no sea al uso, que resulte tan original como me sea posible. Contiene una conspiración cuya magnitud no se comprende hasta el final de la obra, reflexiones encubiertas, historias de aparecidos, biología y política ficción, algo que se aleja de la realidad cotidiana más sencilla pero que se redacta de forma asequible. El relato debe fluir y el lector tiene que ser transportado por la historia sin esfuerzo por su parte.

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la originalidad, tanto de la historia como del estilo. Me gusta experimentar, pero siempre procurando que el lector se sienta cómodo. La historia es, además, muy contundente. Y sorprendente, también.

¿Cómo definirías tu estilo?

Como natural. Mi estilo es un flujo, no es abrupto ni exige un sobre esfuerzo. Sin embargo, una lectura atenta o más profunda revela un interés por explorar formas nuevas.

¿Cuál es el personaje favorito de tu libro? ¿Por qué?

Max Cooper, un personaje secundario que, creo, tiene una fuerza y una originalidad que le pertenecen a él, más que a mí. Es el más corpóreo porque es el único que no está al servicio de la historia. Es un personaje que va por libre, en cierto modo. No lo diseñé ni es fruto de un estudio. Era un personaje en busca de un autor y, por fortuna, coincidió conmigo.

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?

Esta es, de todas las historias que he escrito, la única que me eligió a mí, y no al revés. Se gestó en un viaje que, ya de por sí, empezó de forma extraña. Un día, hace veinte años, me desperté con la necesidad de ir a Malta, que no sabía ni qué era ni dónde estaba. En Malta encontré la incoherencia de una tumba repetida y, tirando de ese hilo... Solo puedo decir que a mí me ha cambiado este libro. Me gustaría que parte de la experiencia que he vivido escribiéndolo se adhiriera a la piel del lector, porque ha sido trascendental.

¿Cuáles son tus referentes literarios?

No tengo autores de referencia, pero me gustaron mucho La Torre, de Uwe Telkamp; Un buen partido, de Vikram Seth; Sobre héroes y tumbas, de Sábato; y Absalón, Absalón, de Faulkner. Leí un libro que me cambió la manera de pensar y un día descubrí que se había convertido en objeto de culto para varias personas de distintos países: Gödel, Escher, Bach. Un eterno y grácil bucle, de Douglas R. Hoftadster. Pero ninguno de esos autores me ha influido sustancialmente ni escribo como ninguno de ellos.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Flores en la nieve, de Gregor von Rezzori. Lo leí porque forma parte de una trilogía y había leído los dos anteriores. Von Rezzori es un estilista y cuando dudo sobre mi siguiente lectura, escojo siempre a un estilista (De Lillo, por ejemplo) porque además de lector soy escritor y forma parte del aprendizaje continuo necesario para mejorar en lo que hago.

¿Por qué crees que nuestros lectores debiesen leer tu libro?

Porque es distinto, no es fruto de lecturas de novedades ni pretende imitarlas. A mí, personalmente, me transformó a medida que lo escribía.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Escribir me es consustancial, de modo que, en efecto, llevo ya sesenta páginas de una obra nueva. Tampoco hay que mitificarlo: yo escribo como otros construyen maquetas y, del mismo modo, podría dejar de escribir. Eso es algo que digo siempre, pero mi experiencia me demuestra que es realmente imposible: dentro de diez años seguiré teniendo proyectos nuevos.





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