Entrevista a Andrés Pinar, autor de El color de los boniatos

Andrés Pinar es un científico de letras o un escritor de ciencias. El color de los boniatos es la reacción de síntesis producto de la ecuación x = (viajes x imaginación) √pasión por las letras. Si despejáis la x podréis conocer el resultado. ¿Pistas? Leed esta entrevista.



Leer primeras páginas

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de El color de los boniatos?

Una certeza absoluta de que la realidad supera siempre a la ficción, aunque a veces cueste distinguirlas.

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la salsa de soja. También, aunque en menor medida, en el misterio que envuelve algunos de los acontecimientos que se suceden y, de nuevo, resulta complicado separar la ficción de la realidad. Desafío al lector a que trate de encontrar la proporción de cada una en estas páginas, y quedaría sorprendido si supiese la cantidad. Es el número mágico, la proporción entre realidad y ficción, lo que caracteriza a cada libro, y en este caso es...

¿Cuál es el personaje favorito de tu libro? ¿Por qué?

El Monje Mono que vive en el Palacio, por su oscurísima ambigüedad.

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?

Que en ocasiones uno viaja a más de un lugar a la vez.

¿En qué referentes literarios te inspiraste para escribir este libro?

El lector avezado podrá discernirlo enseguida.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Azules y grises, de William Camus, porque aún pienso que la literatura juvenil tiene algo fundamental escondido en su simplicidad.

¿Cuál es tu visión acerca del panorama literario actual?

Soy miope en ese aspecto. Mi régimen de lectura es caótico.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Al escribir se vacían las palabras, hay que esperar que la vida llene de nuevo el depósito de la pluma.

ISBN: 978-84-18097-76-8

Número de páginas: 178

Formato: 150×230

Autor: Andrés Pinar

Sinopsis: 

Hui a Japón. La universidad había acabado conmigo. Escapé alocadamente para ir tan lejos como fuera posible y al llegar encontré una realidad tan mágica y turbulenta como la que dejaba atrás. Viviendo entre granjeros y monjes, conocí la cultura más ancestral, elegante y oscura; conviví en lugares recónditos con las almas más venerables y atormentadas que moran entre las montañas y la neblina de los bosques trasformó los días en una ensoñación antes de volver a despertar en la realidad. Mientras viajaba, compartía la soledad de mis aventuras y desventuras escribiendo a don Alonso, otro manchego como yo que también viajaba hacia otras tierras en busca de lo que ambos sabemos y no queremos contar.