Entrevista a José María Ladero, autor de Lágrimas de carbonilla
José María Ladero nos presenta Lágrimas de carbonilla, una novela de ficción que os encantará. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Leer primeras páginas
Háblanos
un poco de ti.
Soy médico y profesor y mi trabajo me ha permitido estar en continuo
contacto con las personas en sus momentos de mayor vulnerabilidad, que es
cuando se les conoce de verdad, y con la gente joven. Creo que esa experiencia
me ha dado una perspectiva amplia y actual del mundo en el que vivo, que trato
de reflejar en mis novelas, aunque sin tomarme a mí mismo demasiado en serio.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Lágrimas de carbonilla?
Es una novela realista y muy pegada a la
cotidianidad, así que el lector puede encontrar amor, amistad, maldad,
violencia, sexo (poco y no muy bueno), altruismo y bastante humor. Y una trama
creíble.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Fundamentalmente, en su personaje principal,
Antonia, una mujer libre, fuerte, bondadosa e inteligente que se labra un
futuro a base de esfuerzo pero que siempre tiene presentes las necesidades de
los que la rodean.
¿Cuál es el personaje favorito de tu libro? ¿Por qué?
Evidentemente, Antonia, y también un personaje
clave de la segunda parte de la novela, que es una especie de alter ego, aunque no tenga nada que ver
conmigo salvo que piensa más o menos lo mismo que yo.
¿Qué quieres transmitir a través de este libro?
La historia verídica de una vida casi plena y
la convicción de que, aunque no lo parezca, vamos mejorando.
¿En qué referentes literarios te inspiraste para escribir este libro?
Mis autores preferidos son, en este orden,
Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina y Richmal Crompton. Me gustaría poseer la
frescura del primero, la calidad del segundo y el humor de la tercera, creadora
de Guillermo Brown y que tuvo la suerte de contar con un excelente traductor:
Guillermo López Hipkiss.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
La noche a través del espejo de Fredric Brown. Lo hice porque soy muy
aficionado a la Ciencia Ficción y resultó que era una novela de misterio.
Probablemente la mejor que he leído en muchos años.
¿Cuál es tu visión acerca del panorama literario actual?
Como todo, está sometido a un cambio radical.
La posibilidad de publicar casi cualquier contenido en las redes sociales, la
universalización del acceso a internet, pero también la falta de criterio que
hace que cualquier indocumentado se permita opinar sobre cualquier tema y que
cuanto más gordas las suelta, más followers
va a tener, aconseja ser muy selectivo a la hora de publicar y también a la
hora de escoger lecturas. De los últimos diez libros que he empezado a leer,
solo he podido terminar dos, y soy un lector empedernido. Los editores tienen
mucho trabajo con nosotros.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Después de lo que he dicho me da vergüenza hablar
de mi libro, pero sí, estoy escribiendo una novela sobre la vida y milagros de
un médico estadounidense y de una maestra española, no necesariamente extraños
ni forzosamente contemporáneos. Entre este proyecto y Lágrimas de carbonilla hay cinco novelas más que tocan diversos
géneros. Me he divertido mucho escribiéndolas y de momento me conformo con eso,
aunque creo que alguna podría alcanzar la gloria de los anaqueles de las librerías
sin caer después en las mesas de los saldos o en la trituradora de pasta de
papel. Dependerá en parte de lo que Antonia haga por mí. En ella tengo puestas
todas mis complacencias.
ISBN: 978-84-18097-88-1
Número de páginas: 330
Formato: 150×230
Autor: José María Ladero Quesada
Sinopsis:
Estamos en 1926. Antonia, una chica de quince años que vive en un pueblo de Badajoz, debe ayudar a su madre, la comadrona del pueblo, en un parto difícil. Todo acaba en una catástrofe a la que siguen sucesos violentos que terminan en varias muertes. Antonia quiere ser matrona y con la ayuda de una amiga ocasional y el padre de esta, médico, viaja a Madrid, obtiene su título en la Casa de Salud Santa Cristina, trabaja en el Hospital Provincial y ayuda a su benefactor. En la capital, la muchacha comparte piso con una compañera. Todo parece ir bien cuando estalla la guerra y ocurren acontecimientos terribles que ponen en peligro su vida y la de sus allegados; algunos la pierden. Al acabar el conflicto, se recupera una dolorosa normalidad, salpicada de maldades impunes. Antonia lo afronta todo, saborea la venganza e incluso encuentra el amor de su vida, pero una serie de desastres la llevan a perder el lugar en el mundo que tan duramente se había construido. Antonia se desvanece entre las brumas del tiempo y el olvido. Setenta años más tarde Carlos, ahijado de Antonia, a la que apenas llegó a conocer, y la nieta de este, periodista en ciernes, tropiezan con un breve texto que Antonia dejó olvidado.
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