Entrevista a Ángeles Garrido Luna, autora de La espiral del huracán
Número de páginas: 404
Formato: 150×230
Autor: Ángeles Garrido Luna
Sinopsis: Desde el primer capítulo, cuando de forma graciosa Carlos se cruza con Clara —la menor de ellas—, hasta que esta osa decirle: «Amarse con capuchón es como acariciarse con guantes», ocurren muchas cosas. No se trata tan solo de una historia de amor; es una trepidante aventura de intriga, misterio y drama, con tantas dosis de humor que compensará ese fondo de la historia. Aun tratándose de pura ficción, hará pensar al lector que es real; que lo estamos viviendo de forma más o menos soterrada.
Háblanos un poco de ti.
Comencé a ir al colegio
Corazón de María de Gerona, junto a la escalinata de la catedral, a los tres
años y medio, por ser la única hija entonces, para que no me aburriera en casa;
y a los cinco, no solo sabía leer y escribir, sino que ya reseguía aquellos
cuadernos Rubio de Caligrafía con gran esmero, cual si dibujara.
Era muy tímida y fui
aprendiendo con los años el idioma catalán a través de mis compañeras. Pues,
aunque mi padre ya lo conocía, por su pluriempleo no tenía tiempo para
enseñarme.
Allí comencé a leer
libros de la biblioteca que me llevaba a casa y compartía con mi madre. Y los
fines de semana, especialmente en verano, me tumbaba en el suelo junto al
balcón, para entrar en las historietas del TBO. Y digo entrar, porque eso es lo
que hacía. Casi como en la película de Mary Poppins cuando se meten en los
cuadros pintados en el suelo. Y allí estaba yo, metida en la sabana africana
con el Amito Morsillón, o junto a la Familia Ulises escuchando
las raras palabras de la abuela.
Nos hacían dictados con El
Quijote o la famosa gramática de Miranda Podadera. Cada falta de
ortografía nos la hacían repetir diez veces. Nos ponían redacción cada semana,
y una vez al mes un concurso, cuyo premio consistía en mejorar la nota; y de
vez en cuando una estampa con alguna dedicatoria al dorso. Recuerdo que mi nota
más baja fue un 8, a pesar de la dura exigencia que nos imponían las monjas.
Muchas aprendimos a expresarnos bien y a redactar todavía mejor. Y cuando ya se
lleva ese gusanillo dentro, en parte por genética ancestral, no resulta extraño
que brote hacia afuera la inspiración, más pronto que tarde. Así que de
adolescente ya obtuve varios premios de poesía locales y fui finalista de
algunos nacionales. Pero escribía a escondidas muchas cosas, que ni siquiera
llegué a guardar.
Por razones que no cuento
por no alargar esta entrevista, no llegué a participar en ningún concurso de
adulta, hasta que mis hijos fueron adolescentes y quedé finalista en un concurso
de Historias de Amor de una revista muy conocida entonces. La carta que recibí
de su presidente, me animó a seguir escribiendo y aunque no disponía del tiempo
necesario, fui amontonando poemas y cuentos, tanto infantiles como de adultos.
Por consejo del
secretario de un concurso de novela local, me inscribí en varias revistas literarias
para aprender y retomar el tren perdido. Así, entre las antologías Peliart, y
los exigentes repasos de Prometeo, aprendí bastante.
Pero más de una novela
terminó en la papelera.
Mi primer libro en
solitario, fue un especial estudio poético satírico titulado: ABC Poemario
cacofonotragicómico. Pero no fue hasta 2013, que salieron publicados dos
libros en prosa a la vez: ¿Qué fue de Rafael? (que trata de la búsqueda
y recomposición de la historia de un hermano de mi madre, violinista, que vio
truncada su vida por la Guerra Civil y tuvo que cambiar su violín por una
metralleta) y Cuentos encadenados-Un mundo entre geranios, que repasé
después que la anterior novela, pero que ya tenía casi terminada desde hacía
tiempo.
En 2019, Editorial
Adarve, me publicó Una casa pintada de gris.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas de La espiral del huracán?
Muchas cosas. Es una
historia totalmente inventada. Una novela romántica, no exenta de drama, ni de
fondo intrigante, con una carga bastante explosiva de humor y escenas
inesperadas, que, espero, haga disfrutar a quien la lea, por lo menos, tanto
como a mí el escribirla. Debo añadir, ‑tal como dice ahora la juventud‑, que me
lo pasé “pipa”. Me reía sola. Como si los personajes tuviesen vida propia y me
contaran a mí su historia.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
He procurado que sean
dos.
Uno: la frescura natural
de la juventud de sus personajes. El amor que surge entre ellos. El desparpajo
del lenguaje, que para algunos pueda resultar un tanto atrevido, quizás.
Y otro: el fondo intrigante
que ocasiona el enredo. Esa espiral del huracán, que puede llevar a pensar al
lector que tal vez algo así existe aún hoy, en realidad. Y en esa época, los
años 80, ya se murmuraba sobre hechos económicos similares.
¿Qué quieres transmitir a través de este libro?
Principalmente, que la
vida es así: amor, pasión ternura, diversión, drama. La constatación de que,
habiendo personas diferentes, todas pueden tener un fondo bueno, a pesar de
todo.
¿Cómo describirías tu experiencia desde el proceso creativo hasta tener
el libro entre tus manos?
Al principio fue por
verdadera necesidad el escribir una novela así. El agotamiento moral y físico
que me ocasionó la búsqueda de ¿Qué fue de Rafael? hizo necesario que
cambiara el “chip”. Y fui gratamente recompensada al escribir esta nueva
novela. A veces, de madrugada, me despertaba riendo y acudía al ordenador para
escribir una frase, una ocurrencia, antes de volver a dormir y dejar que se
olvidara entre el barullo cerebral indescriptible que llevaba dentro.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Con esta pandemia he
leído muchos. Releí algunos y comencé otros nuevos. Creo que el último fue el
primer tomo de la vida de La beata Ana Catalina Emmerick. Me faltan los
otros cuatro tomos, que han sido interrumpidos por otros libros de distinta
índole. ¿Por qué razón? Pues por ir variando. Por sus profecías, tal vez.
¿Cuál es tu visión acerca del panorama literario actual?
Se escribe tanto, que no
dispongo de tiempo para escoger en librerías. A veces, me limito a leer las
novelas de mis amigos escritores. Pero siempre leo sinopsis por internet
tratando de estar al día de lo que se escribe.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Tengo muchos, pero
muchos, tal vez miles, poemas inéditos. Incluso libros de poemas más o menos
estructurados.
Así que proyectos, tengo
ante la vista bastantes.
Me falta encontrar un
poema para terminar una especie de antología, mezclando poemas ya editados con
alguno inédito.
Tengo otros de viajes. Otros
satíricos, con mofa, befa, escarnio y zapateta. Otros líricos. Sonetos. Liras.
Rima libre... Pensamientos...
No creo que viva lo
suficiente para verlos publicados todos. También
tengo escritos ‑salvo alguna excepción, inéditos‑ cuentos infantiles. Y de
adultos. Y tengo casi estructurada una novela, que me gustaría que me saliera
bien, porque creo que el tema podría ocasionar una revolución entre estudiosos
y críticos. Pero no es fácil. Como nada que valga la pena de verdad lo es.
Conocí a Angeles a traves de su revista Acueducto Azul, y editaba Esmeralda y nos publicabamos e intercambiabamos publicaciones, Eran otros tiempos,todavía internet no arrasaba como ahora. Más yo pienso,que la Poesía existirá con o sin internet,porque podrá o no podrá haber de todo,pero habrá Poesía. Las democracias mas avanzadas del mundo,son tales democracias,gracias al impulso artístico y cultural en las mismas. CURRO SEVILLA ARTE,POESÍA Y REIVINDICACIÓN.
ResponderEliminar¡Vaya sorpresa, encontrarte aquí después de tanto tiempo! A ver si visitas mi blog www.acueductoazul.blogspot.com . En él están poemas y poetas que reconocerás sin duda. Y un montón de pestañas de variados contenidos. Y si puedes, en Facebook te espero.
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