Entrevista a Fernando Bustos de la Vega, autor de Ulises y los cien mil hijos de San Luis

 

Fernando Bustos de la Vega

Fernando Bustos de la Vega es un escritor zaragozano y autor de diversas novelas: Las Siervas Kromsak (2017), La Verdadera Historia del Bucicarlos Vengador (2018), Las Brujas de Sierla (2020). En Ulises y los cien mil hijos de San Luis es la historia del duque de San Félix, antiguo héroe de la Guerra de Independencia Española, ha de regresar a su hogar —como el Ulises de Homero—, afrontando grandes peligrosOs invitamos a conocer más a través de esta entrevista.


Ulises y los cien mil hijos de San Luis
ISBN: 978-84-18958-20-5

Número de páginas: 308


Formato: 150 x 230


Colección: Adarve


Autor: Fernando Bustos de la Vega


Sinopsis: 1820: El único español salvado de la matanza rioplatense de San Luis de Rioseco, el duque de San Félix, antiguo héroe de la Guerra de Independencia Española, ha de regresar a su hogar —como el Ulises de Homero—, afrontando grandes peligros y viviendo todo tipo de aventuras. En primer lugar se dirigirá hacia el Brasil monárquico, huyendo a través de la Pampa de la persecución de los indios, a sueldo de los sublevados independentistas argentinos y chilenos. Más tarde, al no ser reconocido en la corte portuguesa establecida en Río de Janeiro, deberá arreglárselas para llegar a Europa por sus propios medios y de incógnito. Tras su llegada al viejo continente, las guerras civiles, los enfrentamientos entre liberales y conservadores y hasta las epidemias desatadas le dificultarán la recuperación de su familia, regresar a España, donde rige un régimen contrario a sus ideas, y volver a ser quien era antes de su partida a América para combatir a los independentistas, en 1816. Después de deambular, viviendo aventuras sorprendentes por Europa durante varios años, en 1823 se unirá a la invasión francesa de España por los Cien Mil Hijos de San Luis, a fin de poder regresar a su país y retomar su ansiada posición social y familiar.




Háblanos un poco de ti.

¿Qué se puede esperar de un individuo adulto que se empeña en escribir novelas? Evidentemente, nada bueno. No obstante, el hecho promocional me obliga a fingir sensatez, normalidad y, sobre todo, una cierta elevación intelectual. Contaré, por lo tanto, que estuve a punto de estudiar Ciencias de la Información, pero el mismo día en que iba a matricularme conocí en la puerta de la Complutense a una hermosa pelirroja con la que me fugué de inmediato para el consabido año sabático que a punto estuvo de concluir en Melilla conmigo vestido de Regular. Al cabo, de regreso a mi Zaragoza natal, acabé matriculándome en Historia con la pretensión de convertirme en una estrella de la Arqueología Medieval. Desgraciadamente, es preciso tener una salud de hierro y una gran resistencia al alcohol y tolerancia a antros, tugurios y puticlubs de toda laya para seguirle el ritmo a los grandes popes de la materia y poder reunir los conocimientos y contactos necesarios para prosperar en tan lucrativa y rutilante especialidad y resultó que, siendo golfo, no lo era en grado suficiente y hube de acabar resignándome a la oscura supervivencia de la perpetua interinidad en el sector público, donde sigo bregando como un señor serio y gris con cara de padecer ardor de estómago (como puede apreciarse en la fotografía adjunta a esta entrevista). En general es preciso admitir que soy un hombre muy desafortunado, porque, después de fracasar estrepitosamente en lo arqueológico, he caído en el vicio literario, que requiere mayor capacidad de tolerancia para el alcohol y la mala vida, de ahí que mis ritmos circadianos y mi tensión estén descompuestos y medio averiados a pesar de empeñarme en seguir haciendo una vida cuasi monacal en una ciudad de provincias renunciando conscientemente a la vida literaria de los grandes centros, a los que no sobreviviría. Básicamente, ecce homo.

 

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Ulises y los cien mil hijos de San Luis?

Aventura, amor, pasión, guerra, política y entretenimiento en el marco de una época apasionante que explica en gran medida el posterior devenir de la Historia de España y es, en general, escasamente conocida.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la humanidad desgarrada y contradictoria de su protagonista, el duque de San Félix, empeñado en una lucha feroz y sangrienta no tanto para satisfacer sus ansias de venganza como para recuperar la vida que los acontecimientos históricos y políticos y su idealismo le han arrebatado con el paso de los años. En esa época de su vida, sumido en la desesperación, no es el personaje más simpático ni más entrañable, sin embargo, resulta fácil identificarse con él y con su lucha, aunque no se compartan ni sus ideas ni sus orígenes nobiliarios. Todos, en algún momento y en la justa medida, nos hemos sentido así: luchando por recuperar lo que la vida (y a menudo los políticos) nos arrebató poniendo en ello todo nuestro esfuerzo y dispuestos a todo, a cualquier atrevimiento y crueldad, para restablecer la felicidad arrancada de cuajo y que sentimos como un miembro cercenado.

 

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?

Necesitamos redefinir nuestra percepción sobre la historia de España, actualmente falseada por nuestra condición de potencia derrotada y el predominio de la corrupción borbónico-liberal que nos ha convertido en una simple colonia de la anglosfera llevándonos a ver nuestra realidad e identidad desde la perspectiva de nuestros enemigos. Eso debe cambiar y novelas como Ulises y los Cien Mil Hijos de San Luis puede ayudar a ese cambio de perspectiva desde una ficción amena, divertida y apasionante.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Desde el principio, desde mucho antes incluso de plantearme publicar, determiné que mi camino iba a alejarse de los lugares comunes y de las modas transitorias, así como de las imposiciones del mercado sin apartarme por ello de la complicidad con el público. En estos días de simple consumismo literario pretendo, soy así de iluso y de romántico, cumplir con la verdadera misión del escritor desde el principio de los tiempos: compartir con el público un legado significativo. No necesariamente trascendente, el simple entretenimiento y la reflexión lúdica sobre la vida y nuestra condición tienen también su significado y su importancia. Cuando escribo soy al tiempo un niño que juega y un hombre que bebe en solitario para no lograr olvidar nada. Como ambos aspiro a la compañía, a que otros niños jueguen conmigo o a que otros amigos se sienten a compartir la botella, ahí es donde entra el público. Mi trayectoria, lenta, quizá anárquica, ha perseguido y persigue cimentar esa verdadera misión. Jugad y bebed conmigo, no será tiempo perdido.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

En realidad, es raro que suela leer los libros de uno en uno. Siempre tengo varios al retortero. Los dos últimos que he terminado son En Trineo Con Napoleón, escrito por Armand de Caulaincourt, caballerizo mayor y ocasional ministro de Asuntos Exteriores del emperador al que acompañó en su retirada invernal de Rusia en 1812 poniendo posteriormente por escrito las conversaciones y anécdotas de aquellos días azarosos, y  Zaragoza 1564, El Año de la Peste, de Francisco José Alfaro Pérez, un estudio sobre la espantosa epidemia de peste sufrida por la ciudad ese año. ¿Los motivos? Evidentes: no puedo posponer mi pasión por la Historia y, además, mi esfuerzo por documentar futuros libros propios es constante. Uno de los más estrictos mandamientos de un escritor es aprender siempre, constantemente y en todos los campos posibles. Esta vez ha coincidido en el de la Historia.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Proyectos muchos y constantes. Aquí conviene que hable de Ícaro en los Infiernos, novela que narra las andanzas del duque de San Félix y la marquesa de las Cangas Asturianas, protagonistas de Ulises y los Cien Mil Hijos de San Luis durante parte de la guerra de la Independencia. Es una novela ya terminada pero cuya gran extensión encuentra no pocas dificultades en lo que respecta a su edición. No obstante, estamos trabajando en ello. 


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