Entrevista a José Antonio Devesa, autor del libro Viaje redondo
José Antonio Devesa es un escritor gaditano y residente en Las Palmas de Gran Canaria, licenciado en Historia por la Universidad de Las Palmas y funcionario en activo. Después de su novela Cartagena de Indias (Editorial Adarve, 2021), nos vuelve a deslumbrar con Viaje redondo, una novela histórica, de amor, comercio y guerra; todo se entrecruza en esta novela trepidante. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Número de páginas: 492
Formato: 150 x 230
Colección: Imperium
Autor: José Antonio Devesa
Háblanos un poco
de ti.
Querido lector. De nuevo es un placer para mí –como escritor– tener la
oportunidad de presentarme y de dar a conocer mi obra a través de esta
entrevista. Soy José Antonio Devesa, o Jose, como me conocen mis amigos. Nacido
en Cádiz pero vecino de Las Palmas de Gran Canaria desde hace algunos años.
Rozando la cincuentena o el medio siglo de vida –por lo que me puedo considerar
casi histórico–, he tenido la oportunidad de publicar mi segundo libro con los
y las profesionales de Editorial Adarve, a quienes debo estar agradecido por su
buen trabajo y desempeño.
Como muchos escritores soy persona tranquila, con mucha afición por la
lectura y, además, por la historia. Combinación imprescindible para poder
elaborar buenas novelas históricas. Por lo demás, como mi esposa, amante de los
gatos, y también de las motos, pues, a veces, una afición o una devoción no
basta para llenar la vida de una persona; aunque escribir y leer ocupan la
mayor parte de mi tiempo de ocio.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
de Viaje Redondo?
Viaje Redondo es una aventura épica,
una odisea en el sentido amplio de la palabra, es decir, un viaje de larga
duración lleno de acontecimientos, a veces adversos, pero también favorables. A
menudo me sorprendo de que haya tan poco novelado sobre los viajes de esta envergadura,
que se repitieron cientos de veces en el contexto de los tiempos de la
navegación a vela y basados en una ruta que se siguió durante siglos con pocas
variaciones. Estas navegaciones son dignas de ser descritas en cualquier novela
de aventuras y, además, fueron reales.
Primero los exploradores y descubridores, después la flota de la Carrera de Indias y, finalmente, los navíos con licencia, los de las compañías de comercio y los de la Real Armada, se aventuraron una y otra vez en esta ruta marítima que conectaba Europa con América. Ahora que se habla tanto de la globalización, podemos encontrar el origen de ella, o como dicen algunos “la primera globalización” en estas singladuras por el Atlántico, pero también por el Pacífico, de los buques del Imperio Español.
Particularmente, leer Viaje Redondo
es poder recrear, poder descubrir, como eran esas misiones de ida y vuelta
desde la España peninsular a la España americana o novohispana. Las
motivaciones para afrontar una experiencia que podía durar entre uno y tres
años, tanto de los barcos civiles como de los del rey, surcando un océano y
unos mares llenos de peligros a priori indeterminados: desde los provocados por
las tormentas, hasta los que suponían las rudimentarias técnicas de
conservación de los alimentos para afrontar un viaje tan duradero, así como los
ataques de los corsarios o de los buques de otras nacionalidades durante los
periodos de guerras.
¿Cuáles eran las rutas que se seguían? ¿Por qué esas y no otras? ¿Cómo
era posible que se alargara tanto en el tiempo un periplo de este tipo? ¿Qué
productos llevaban y cuales traían de vuelta? ¿De dónde procedían realmente los
caudales –la famosa plata americana– que estos buques transportaban en sus
bodegas? ¿Cómo funcionaba la administración del Imperio Español en América y
quién controlaba estos viajes?
A todo esto podemos encontrar respuesta en Viaje Redondo, de una forma amena, pues esa es la ventaja de la
novela frente a los manuales de historia, descubrir el pasado a través de las
vivencias de los protagonistas de su tiempo.
¿En qué
ingrediente reside la fuerza de este libro?
La fuerza de este relato está, sin duda, en sus actores. Las personas que
emprendían un viaje redondo vivían una experiencia vital intensa, a veces
abrumadora, y, como sucede con las experiencias vitales de estas
características, no imagino que nadie fuera capaz de realizarlo sin que su
concepción del mundo y su carácter se vieran afectados. Hoy en día vivimos en
un mundo globalizado en el que tenemos acceso a cualquier lugar a través de la
televisión o de internet. Con suma facilidad y sin arriesgarnos podemos visitar
virtualmente cualquier lugar y obtener información. A menudo no es necesario
salir de casa para comprar cualquier producto y, para algunos, ni siquiera para
trabajar, pues pueden hacerlo desde sus domicilios. Así que para vivir una
experiencia similar a la del que se embarcaba en un viaje redondo tendríamos
que ir a la Luna, como poco.
Durante los meses o años que llevaba culminar una de estas odiseas sus
protagonistas tenían forzosamente que seguir con sus vidas. Con sus alegrías y
tragedias personales, con sus preocupaciones cotidianas; vivir nuevos amores o
sentir el recuerdo de los que dejaban atrás. A menudo, luchar por la propia
supervivencia en un entorno nuevo, desconocido. Además, sin saber de los suyos,
de los que quedaban en el lugar de procedencia, hasta que no podían regresar.
De eso trata el relato de esta novela, del valor, del ánimo frente a la
adversidad y de la voluntad de llegar hasta el final de los protagonistas.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
Al igual que con
mi anterior obra “Cartagena de Indias”, me gustaría transmitir empatía hacía
nuestros antepasados. Dicen que el ciclo de la vida en cien años incluye a tres
generaciones: abuelos, padres e hijos. Desde esa perspectiva las personas que
vivieron los acontecimientos que se relatan en Viaje Redondo o en Cartagena
de Indias, se sitúan no demasiado lejos de nosotros: una media de 250 años
o menos (dependiendo de nuestra edad), es decir, a lo sumo, a entre siete y
ocho generaciones de nosotros o solo a cinco o seis de la de nuestros abuelos.
A menudo hablamos de ellos como extraños, cuando en realidad, si pudiéramos
explorar nuestros árboles genealógicos podríamos hallar a muchos de ellos
protagonizando estas odiseas. Quizás entonces los juzgaríamos de una manera más
benévola, más íntima, más personal y menos descarnada, de lo que lo hacemos en
la actualidad.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Cualquiera
entendería que ser escritor es muy bonito. Es una actividad gratificante en sí
misma aunque no se tengan elevadas pretensiones. Además, cuando escribes el
segundo parece que, de verdad, te reafirmas en tu vocación de juntar letras.
Todo ello desde la modestia, pues soy un desconocido con escasos medios (en
cuanto a posibilidad de publicitarme) y, por ello, he de empeñarme en darme a
conocer.
Me llenan de
satisfacción los comentarios de los lectores de mi primer libro, pues no he
tenido mala crítica. Esos comentarios, realmente, son los que me animan a
seguir con mis relatos y tratar de llegar así a un número cada vez mayor de
personas interesadas o curiosas, en las que pueda despertar la atracción por
este subgénero, dentro de la novela histórica, que representa la literatura
naval. Un barco da mucho juego, pues es un reducido universo que te transporta
a otros lugares. Pero también es un nexo de unión entre los puertos que visita
y, en último extremo, un medio de difusión de la cultura y de la mentalidad de
sus tripulantes.
Y en eso estamos,
en hallar mi lugar entre los escritores de novela histórica, en crear un
espacio donde los lectores se interesen por mi obra. Con la esperanza de no
defraudar a los valientes que se apunten a navegar en este Viaje Redondo.
Aprovecho la oportunidad
para invitar a todos los que lo deseen a seguirme en redes. En Facebook e
Instagram. Donde suelo colgar todo lo relacionado con el mundo de mis novelas,
además de otras cosas.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Nunca leo un solo
libro a la vez, pero el último que comencé se titula “La Marina Ilustrada”, de
don David Casado Rabanal. Y tengo que decir que me está gustando mucho.
Mis lecturas
siempre tratan de recorrer el siglo de las luces. Un tiempo imprescindible para
conocernos a nosotros mismos, donde comienza a imponerse el racionalismo, el
gusto por lo científico, el ideal de progreso y superación individual.
La mayoría de los
interesados en la historia pueden pensar que ésta explica el pasado. Yo creo
que más bien explica el presente, y, por ello, el conocimiento histórico es
imprescindible para analizar nuestro tiempo.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Bueno, Cartagena de Indias y Viaje Redondo son los dos primeros
libros de una trilogía relacionada con su tiempo. Están ambientados en el marco
de los años de la guerra de la Oreja de Jenkins en el Caribe (1739-1748), y la
posterior guerra de Sucesión Austriaca en el ámbito europeo. Dos conflictos
relacionados entre sí, que finalizaron con la paz de Aquisgrán de octubre de
1748. Se pueden leer individualmente pues son relatos cerrados, con un
principio y un fin, sin embargo, sus personajes están relacionados. Como
también lo estarán los protagonistas de la tercera entrega, que ya tengo
prácticamente terminada.
Después de eso,
ya tengo en mente otro proyecto relacionado, como no, con la Real Armada
española del siglo XVIII.
Comentarios
Publicar un comentario