Entrevista a José Carlos Turrado, autor del libro Cuarenta y ocho cuentos, un pantano y un altar
José Carlos Turrado es un joven escritor de Valladolid y profesor de Lengua y Literatura. Autor de poemarios y novelas, ahora nos presenta su obra Cuarena y ocho cuentos, un pantano y un altar, una obra que nos habla de la España vaciada. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Número de páginas: 256
Formato: 130 x 200
Colección: Biblioteca de Narrativa Breve
Autor: José Carlos Turrado
Háblanos un poco
de ti.
Soy un profesor
de Lengua y Literatura que da clase en un instituto a las afueras de Valladolid,
blanco, varón, de mediana edad, amo a las mujeres, ni soy ni he sido deportista
profesional…; es decir, una persona sin el menor interés. El caso es que he
viajado a todos sitios y he hecho un millón de cosas, pero ha tenido que ser
sin querer porque básicamente mi vida consiste en leer, escribir y enseñar
Lengua y Literatura. Solo tengo X años, pero ya llevo veintitantos en el mundo
de la docencia. Admiro mucho a Valle-Inclán: lo de sentimental creo que está
conseguido; lo de feo y católico... en proceso. Aunque yo ya nací en la capital
castellana, toda mi familia proviene de la provincia de León, del entorno de La
Bañeza. Sigo bastante unido a mi comarca de procedencia, en la que probablemente
acabe residiendo. Eso espero. Ojalá mi deseo sea concedido. De no ser hombre de
letras (si es que ese oficio todavía existe, que me temo que no), me habría
gustado ser labrador (que me temo que tampoco).
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
de Cuarenta y ocho cuentos, un pantano y
un altar?
Es un libro mucho
más ambicioso de lo que podría parecer a simple vista. Intento, en mi humilde
medida y con mi limitado talento, devolver a Castilla y León un poquito de
actividad épica real, que la libere de la mirada forense y arqueológica que le
ha caído encima. Son cuentos de todo tipo, algunos muy castizos, otros bastante
crípticos, de todo hay, escritos en un castellano literario, es decir,
integrador, atemporal. A cierta gente le suele parecer que intento imitar
poéticas de los siglos XVI y XVII. Es un enfoque totalmente cándido y
superficial. Ni es cierto ni va de eso. Yo soy una persona del siglo XXI que
mira hacia el futuro, no hacia el pasado.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Al público con solvente formación literaria, exigente e inteligente, le
gustará o, al menos, le interesará. Quizá también pueda resultar provocador
hasta lo insoportable.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
Por dónde empezar. ¿Lo fundamental? Que la literatura ni es una terapia,
ni un juego, ni un entretenimiento, ni una herramienta de ingeniería social. La
literatura es una cosa seria, se quiera o no. Y muy difícil. Esa peregrina idea
de que sirve para otras cosas es atroz: la buena literatura es el objetivo y a
los buenos libros hay que llegar leído de casa.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Estamos atravesando
un periodo excepcional, en el que las cosas suceden de verdad, por suerte o por
desgracia. Confío en que se me entienda. De alguna manera, escribo condicionado
por un plazo y sé que nadie va a ayudarme. Para mí, ahora que todavía tengo
energía, lo prioritario es que los libros queden escritos y publicados. Mañana,
Dios dirá… Si hay un momento para intervenir es este, sin reparar en daños.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Yo siempre estoy
leyendo varios libros a la vez. ¿El último? Ayer releí una selección de Pasos de Lope de Rueda, con bastante
disgusto, por cierto, a causa de la nefasta adaptación. Para jóvenes de quince
años, pero muy infantilizados. Si la adaptación tuviera éxito, los pasteleros
de Lope de Rueda estarían hablando de comer pasteles. Qué bobada. Qué absurdo.
Qué cosa más sosa. ¿Cómo podría un joven aficionarse a la lectura de los
clásicos si se le hace creer que un paso lleno de malicia e ingenio es una ñoña
fabulilla de Samaniego? Vamos, una especie de Lope de Rueda en versión Mickey
Mouse. El pobre chaval a quien se le ponga en las manos no volverá a leer un
clásico en la vida.
Como lecturas
privadas, tengo abiertos La estafeta
romántica de Galdós, Edipo en Colono,
L’annonce faite à Marie de Claudel, Novum Organum de Francis Bacon, un
ensayo horrible sobre Niklas Luhmann que voy a dejar sin terminar…
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Sí, claro.
Últimamente he estado indagando en el teatro y ya tengo alguna cosa hecha. Lo
normal es que ande metido en varios libros a la vez, en plan Gómez de la Serna.
Mi mesa es una selva. Dos obras en narrativa, un par de poemarios, etc.
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