Entrevista a José Carlos Turrado, autor del libro Cuarenta y ocho cuentos, un pantano y un altar

 

José Carlos Turrado

José Carlos Turrado es un joven escritor de Valladolid y profesor de Lengua y Literatura. Autor de poemarios y novelas, ahora nos presenta su obra Cuarena y ocho cuentos, un pantano y un altar, una obra que nos habla de la España vaciada. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.


Cuarenta y ocho cuentos, un pantano y un altar
ISBN: 978-84-19340-68-9

Número de páginas: 256


Formato: 130 x 200


Colección: Biblioteca de Narrativa Breve


Autor: José Carlos Turrado


Sinopsis: Es este un libro de cuentos sobre la España vaciada. Hay en este país un vacío obvio, manifiesto, que se puede tocar con las manos. Se nos hace presente cuando visitamos los pueblos de Asturias, de la Meseta… Están hechos de casas desmoronadas e iglesias ruinosas; localidades cuyos únicos negocios son la residencia de ancianos y el tanatorio. Sin embargo, igual de obvio resulta que ese vacío no es más que la expresión superficial de otros vacíos más difíciles de asumir y que probablemente no se puedan rellenar con proyectos de repoblación ni oportunistas planes económicos. Existe, además, otro vacío mucho más profundo, de capital, pero ¿sabemos reconocer que se trata del mismo?





Háblanos un poco de ti.

Soy un profesor de Lengua y Literatura que da clase en un instituto a las afueras de Valladolid, blanco, varón, de mediana edad, amo a las mujeres, ni soy ni he sido deportista profesional…; es decir, una persona sin el menor interés. El caso es que he viajado a todos sitios y he hecho un millón de cosas, pero ha tenido que ser sin querer porque básicamente mi vida consiste en leer, escribir y enseñar Lengua y Literatura. Solo tengo X años, pero ya llevo veintitantos en el mundo de la docencia. Admiro mucho a Valle-Inclán: lo de sentimental creo que está conseguido; lo de feo y católico... en proceso. Aunque yo ya nací en la capital castellana, toda mi familia proviene de la provincia de León, del entorno de La Bañeza. Sigo bastante unido a mi comarca de procedencia, en la que probablemente acabe residiendo. Eso espero. Ojalá mi deseo sea concedido. De no ser hombre de letras (si es que ese oficio todavía existe, que me temo que no), me habría gustado ser labrador (que me temo que tampoco).

 

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Cuarenta y ocho cuentos, un pantano y un altar?

Es un libro mucho más ambicioso de lo que podría parecer a simple vista. Intento, en mi humilde medida y con mi limitado talento, devolver a Castilla y León un poquito de actividad épica real, que la libere de la mirada forense y arqueológica que le ha caído encima. Son cuentos de todo tipo, algunos muy castizos, otros bastante crípticos, de todo hay, escritos en un castellano literario, es decir, integrador, atemporal. A cierta gente le suele parecer que intento imitar poéticas de los siglos XVI y XVII. Es un enfoque totalmente cándido y superficial. Ni es cierto ni va de eso. Yo soy una persona del siglo XXI que mira hacia el futuro, no hacia el pasado.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Al público con solvente formación literaria, exigente e inteligente, le gustará o, al menos, le interesará. Quizá también pueda resultar provocador hasta lo insoportable.

 

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?

Por dónde empezar. ¿Lo fundamental? Que la literatura ni es una terapia, ni un juego, ni un entretenimiento, ni una herramienta de ingeniería social. La literatura es una cosa seria, se quiera o no. Y muy difícil. Esa peregrina idea de que sirve para otras cosas es atroz: la buena literatura es el objetivo y a los buenos libros hay que llegar leído de casa.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Estamos atravesando un periodo excepcional, en el que las cosas suceden de verdad, por suerte o por desgracia. Confío en que se me entienda. De alguna manera, escribo condicionado por un plazo y sé que nadie va a ayudarme. Para mí, ahora que todavía tengo energía, lo prioritario es que los libros queden escritos y publicados. Mañana, Dios dirá… Si hay un momento para intervenir es este, sin reparar en daños.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Yo siempre estoy leyendo varios libros a la vez. ¿El último? Ayer releí una selección de Pasos de Lope de Rueda, con bastante disgusto, por cierto, a causa de la nefasta adaptación. Para jóvenes de quince años, pero muy infantilizados. Si la adaptación tuviera éxito, los pasteleros de Lope de Rueda estarían hablando de comer pasteles. Qué bobada. Qué absurdo. Qué cosa más sosa. ¿Cómo podría un joven aficionarse a la lectura de los clásicos si se le hace creer que un paso lleno de malicia e ingenio es una ñoña fabulilla de Samaniego? Vamos, una especie de Lope de Rueda en versión Mickey Mouse. El pobre chaval a quien se le ponga en las manos no volverá a leer un clásico en la vida.

Como lecturas privadas, tengo abiertos La estafeta romántica de Galdós, Edipo en Colono, L’annonce faite à Marie de Claudel, Novum Organum de Francis Bacon, un ensayo horrible sobre Niklas Luhmann que voy a dejar sin terminar…        

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Sí, claro. Últimamente he estado indagando en el teatro y ya tengo alguna cosa hecha. Lo normal es que ande metido en varios libros a la vez, en plan Gómez de la Serna. Mi mesa es una selva. Dos obras en narrativa, un par de poemarios, etc.


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