Entrevista a Pascual Fernández Espín, autor del libro El grito de las caracolas
Pascual Fernández Espín es un escritor murciano, autor de obras como Salto Lucero, En Pastel Ajeno, Testimonios de Una Tragedia, Con el Otoño a Cuestas, Bullerías, Tal y Como lo Escuche, Con el Peso del Recuerdo, Siega y Viento y Ninguna Noche es Infinita. En El grito de las caracolas es una historia real convertida en un thriller ágil, emocionante; repleto de aventuras y misterio. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Formato: 150 x 230
Colección: Adarve
Autor: Pascual Fernández Espín
Háblanos un poco de ti.
Precisamente
no es mi fuerte hablar de mí, pero ceñido a la pregunta, aunque el DNI, las
canas y cicatrices de mi rostro den a entender que camino hacia el sol de
Poniente, y lo recomendable sería hacerlo de forma pausada y sopitas
calientes...¡O sea! Lo que se le supone al ritmo de vida de una persona
jubilada: Poco madrugar, pastillitas de colores, paseos tranquilos, partida al
mus o dómino con los amiguetes, aclaro que no es así. Siempre he sido persona
de mente desinquieta y mirada larga, y cuando me llegó la hora de entrar en
dique seco, de pensiones mensuales y batallitas varias, mi primer planteamiento
fue la de, sin agobios, sin obligaciones, pero seguir con mi horario de
siempre, mis cafés madrugadores de siempre, mi escritura de siempre y mi optimismo,
si no el de siempre, pero que se le aproximara. O lo que es lo mismo… seguir
viviendo, seguir escribiendo…no morir ni un segundo de tedio y aburrimiento
mientras hubiesen personajes e historias que pululasen en mi
cerebro.
¿Qué podremos encontrar entre las
páginas de El grito de las caracolas?
En un escenario que se muestra al mundo del asfalto con cierto
bucolismo: ahíto de amaneceres encendidos, de colores naturales y paz de campo,
oculto tras buganvillas, limoneros y
naranjos, como en cualquier otro horizonte del mundo se pueden esconder las
pasiones más encendidas, los sentimientos de odio o amor más abrasadores, y la ternura
o tiranía más brutal de una sociedad localista capaz de darlo todo, o quedarse
con todo, empezando por las pertenencias, algún objeto valioso o la misma esposa
de su vecino.
Una trágica riada acaba con la mitad
de los miembros de una familia de huertanos. El cabeza de familia, acuciado por la pena, las deudas y la
desesperanza, emprende un viaje sin retorno hacia su propia autodestrucción.
Entre borracheras, peleas e huida hacia ningún lado, en una pelea sin sentido,
de disparo fortuito muere un enemigo de la familia. La justicia le hace
responsable de su muerte, condenándole a una larga permanencia en prisión.
Consumada media condena, al final, Juancho, el huertano, como preso termina
redimiendo pena en una obra faraónica del Régimen Franquista.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Creo que el ingrediente más vivo
de la obra radica en la fuerza de sus diálogos, en la exposición de
sentimientos enfrentados de la sociedad de la época. Unos, por haber tenido la
suerte de estar en el lugar adecuado en el momento preciso y otros, caso
contrario, por haber ocupado toda la vida cuna pobre, además de transitar por
los peldaños más bajos de la sociedad. Un nexo común que se vivirá a lo largo
de toda la historia, extremando opiniones, acciones y demás comportamientos
radicales.
¿Qué quieres transmitir a
través de este libro?
Uno de los
puntos a transmitir sería, además del drama rural relatado, poner de relieve la
peculiar climatología del sureste español, donde se alternan cíclicamente las
prolongadas sequías con las intensas lluvias torrenciales, condicionado desde
siempre la vida de lugareños, y no solo la de aquellos que viven de la agricultura,
también en la propia seguridad de los ciudadanos de las poblaciones cercanas a
la Vegas Media y Baja del rio Segura. Obviamente, en una tierra de excesos, tanto
naturales como sociales, no quedan al margen los sentimientos enfrentados que generan
la desigualdad de oportunidades, o el estatus social alrededor de aquellos que secularmente
lo dominan todo, y la paradoja social que siempre está ahí, un servilismo a la
carta que suele ensalzar al poderoso con la misma fuerza que empuja al
menesteroso al abismo.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Supongo que todo escritor,
o profesional de cualquier actividad del mundo, contestaría igual o parecido,
la experiencia es primordial en todas las actividades de la vida, y yo mismo,
al revisar viejos trabajos, libros publicados hace algún tiempo, lo puedo
apreciar. Por tanto la pregunta quedaría contestada correctamente trasladándola
a mis infantiles tiempos de estudiante, cuando en el boletín de notas, el
maestro de escuela (lo de profe vendría después) ponía: “progresa
adecuadamente”. En literatura o cualquier otro estilo literario de los primeros
tiempos del autor/a, aunque las historias tuviesen un fuerte fondo de
emociones, la forma de expresarla ha cambiado sustancialmente, precisamente
porque como cierta vez leí en un libro de sicología: “Al final somos la suma de
nuestra experiencia y emociones”. En el
tiempo intermedio, añadiría yo, la experiencia nos va enriqueciendo.
Cuál fue el último libro
que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Octubre,
Octubre, de José Luís Sampedro. Hacía algún tiempo que lo tenía en lista de
espera.
Sin
menosprecio a la literatura actual, que por cierto alguna de ella es buenísima,
pero por gusto personal y mera simbiosis con la época, suelo identificarme con
autores que para mí son referentes en el mundo de la prosa cercana, y así,
junto a Miguel Delibes, García Márquez, Umbral, etc., por su forma de describir a los
personajes, el entorno y la propia trama, en mí marcaron toda una época muy bien
diferenciada del resto.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
¡Y
ahora más de lo mismo! Pues claro que tengo nuevos proyectos literarios, como
que ya estoy trabajando en una nueva novela. Además de continuar viviendo con
toda la ilusión que me permita el mundo actual, que por cierto no se presta a
ello, pero junto a la familia, los amigos y la literatura, espero tener cuerda
para rato y disfrutar de la vida todo lo que me permita.
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