Entrevista a Jorge Dodero-Garcés, autor del libro Ucronía del asesino
Jorge Dodero-Garcés es un joven escritor madrileño. Finalizados sus estudios universitarios, decide dar un paso adelante y concederle una oportunidad a la que había sido, desde siempre, su gran pasión clandestina y solitaria: la escritura. Ucronía del asesino es su primera novela. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Formato: 130 x 200
Colección: Biblioteca de Narrativa Breve
Autor: Jorge Dodero-Garcés
Háblanos un poco
de ti.
Esta pregunta me
produce un miedo aterrador. Supongo que hablar de mí, aunque sea un poco, es
hablar de cómo soy, y este tema, a pesar de mi formación multidisciplinar (tengo
estudios en sociología, desarrollo sostenible y relaciones internacionales), se
escapa por completo de mi ámbito de conocimiento.
Podría empezar
describiendo mi vida actual, comprimida en unos pocos metros cuadrados que he
logrado conquistar en la periferia parisina. El binomio escritor-París suele
funcionar muy bien, pero, como buen madrileño, estoy demasiado orgulloso de la
ciudad que me vio nacer como para cederle méritos a terceros lugares. De este
modo, y aún a riesgo de pasar por freudiano, creo que lo más oportuno es
empezar por la infancia (pues también es lo más fácil).
Nací en mayo de
1998, fecha en la que comencé a escribir. Tuve la fortuna de crecer en una
familia dominada por la tolerancia, valor que entró en mi hogar a través del
arte y la cultura. Mis padres no me ponían ningún límite, dejándome ver
películas de cualquier género sin pedir que me tapara los ojos o leer toda
clase de libros. No creo que fuera uno de esos niños que maduran rápido, pero sí
que creo que, gracias a esa libertad, mi forma de mirar el mundo se enriqueció
más temprano de lo que habría cabido esperar. Empecé a hacerme preguntas muy
pronto sobre temas que significaban demasiado, lo que, además de inundarme con
dudas, debates internos y un inconformismo patológico, me hizo aferrarme a las
bondades de la imaginación para crear mundos que me fueran más amables. La
imaginación, en mi opinión, tiene poco de innata. La imaginación se aprende, se
imita e, incluso, como diría Picasso, se roba. No he encontrado mejor material
para ser robado que el que concentran los libros y las películas, la música y
los ensayos, esos rincones de creatividad en los que, en mi vida nómada,
encuentro mi única y verdadera patria.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
de Ucronía del asesino?
Me gusta describir esta historia como una batalla,
un duelo entre dos personalidades aparentemente irreconciliables.
En Ucronía del asesino se narra el
encuentro de una abogada recién licenciada y un presunto criminal. Rebeca
Trintignant debe defender a Bela Santos de los delitos que se le imputan, pero
la relación que florecerá entre ellos será de todo menos pacífica, haciendo
imposible el esperado trato cordial y de colaboración que se espera en estos
casos.
Lo que el lector va a encontrar en esta novela
es, fundamentalmente, a dos personajes. Esta explicación puede parecer obvia,
incluso ridícula, pero se trata de dos protagonistas radicalmente ficticios, lo
que explica que, a su modo, sean tan extremos y contundentes. Dos, extremos,
duelo, irreconciliables, radical, contundentes… al redactar la respuesta para
esta pregunta me doy cuenta de que, a lo mejor, hay algo más en la novela. Puede
que incluso contenga un espejo en el que se miran nuestras polarizadas
sociedades. De ser así, no puedo evitar preguntarme, ¿será el reflejo más
benévolo que la realidad?
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este
libro?
Creo que la
fuerza de este libro reside, precisamente, en su carácter ficticio. Al agarrar
las manos de Rebeca Trintignant y Bela Santos conseguí distanciarme tanto de la
realidad como para poder mirarla más y mejor de lo que me hubiera gustado.
Encuentro en las conversaciones entre los personajes mucha elocuencia, toda
ella sazonada con un poco de humor negro, que nunca viene mal. También creo que
las experiencias vitales de los protagonistas son sumamente emocionantes,
capaces de conmover y de asustar. Odio y amo tanto a Trintignant como a Santos,
una esquizofrenia resultado de los quiebros inesperados a los que nos conduce
la historia, de la verdad que guardan y revelan los dos personajes. En este
sentido, espero que la novela desplace al lector de su realidad para sumergirle
en una aventura narrativa repleta de misterio, creencias, melancolía, dolor y
mucha, pero que mucha verdad.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
Lo cierto es que
no pretendo transmitir nada. Comencé a escribir esta novela hace años, en un
punto no muy álgido de mi existencia, por lo que mi única preocupación era la
de reencontrarme y liberarme en las palabras. Luego me di cuenta de que el
argumento podía resultar entretenido, lo que hizo que me entraran ganas de
compartirlo si con ello podía ayudar a terceros a huir, como yo había hecho, de
la crudeza del día a día. Espero que la peripecia atrape a los lectores que
deseen concederme el privilegio de su tiempo, que los diálogos les ayuden a
viajar a los lugares desde los que nos hablan sus elocuentes y desfasados
personajes y, si alguna de sus controvertidas reflexiones sirve para que cada cual
se formule las preguntas que considere, estaré más que satisfecho.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Como decía en la primera pregunta, creo que empecé a escribir el mismo
día de mi nacimiento. Mi interpretación de lo que es ser un escritor es muy…
particular. Para mí, la escritura es algo mucho mayor que la (a veces mecánica)
acción de escribir. La escritura es una actitud ante el mundo a través de la
cual se buscan respuestas a los enigmas que nos rodean. Con la escritura se
crean las soluciones que en el mundo material se antojan imposibles, es la
técnica con la que se consigue siempre un hueco para todo aquello que no cabe
en la realidad. Así, creo que todos los niños y niñas nacen siendo escritores.
La mejor prueba de ello es el juego, esa actividad que solo se diferencia de la
escritura por la ausencia de la acción (a veces tan dura) de escribir. El
escribir viene siempre después de haber practicado la escritura. En mi caso
llegó con mi entrada a la universidad. Primero empecé a entregarme de forma
compulsiva a mis diarios, necesitaba dejar por escrito el nuevo mundo y las
nuevas experiencias que se abrían ante mis ojos. Luego comencé a intentar
escribir poemas, persiguiendo el sueño que evocaba Vargas Llosa al decir que
todo escritor sueña con ser poeta. El punto definitivo fue la pandemia, cuando
la ingente cantidad de tiempo libre y la necesidad de evadirme de la dolorosa
rutina me concedieron, paradójicamente, la oportunidad de testar mis aptitudes
y entregarme a esta fascinante forma de vida.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
El último libro
que he terminado de leer es Manhattan Transfer, de John Dos Passos.
Aunque es cierto que Nueva York es una ciudad que induce en mí una atracción
injustificable, lo cierto es que la razón principal que motivó mi decisión fue la
reactivación del recuerdo de la persona encargada de darme clases de Literatura
Universal en segundo de Bachiller. Los amores secretos hacia el personal
docente constituyen todo un cliché, y eso que a muy poquita gente le pasa, pero
se trata de un lugar común en el que caí con 16 años. Esta persona fue la
primera en hablarme de este autor americano, por quien sentía una gran
admiración. Supongo que quise acercarme a su obra para recordar su presencia, o
puede que para evaluar sus criterios literarios y discernir si mi amor fue
consecuencia de su arsenal de conocimientos o de una pueril admiración adolescente.
Tampoco descarto la posibilidad de que, ahora que uno de mis múltiples trabajos
precarios con los que me financio los estudios y la vida en París es el de
profesor de clases particulares, la nostalgia me haya invitado a bailar con
ella para rememorar la figura de todos aquellos profesores que insuflaron en mí
las ganas por seguir aprendiendo. Sea como fuere, el libro es muy bueno.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Por ahora intento
sobrevivir en una ciudad tan dotada para la depredación humana como es París,
lo que ocupa buena parte de mi tiempo. Cuando mi profesión de superviviente me
da algún respiro, intento hacer cosas tan poco interesantes como tratar de
conocerme mejor a mí mismo o procurar ser feliz. También me trajeron un libro
electrónico los Reyes Magos, por lo que mi lista de lecturas se ha agrandado
más de lo aconsejable. En todos los elementos anteriores está incluida, por
supuesto, la escritura. Vivir lejos de casa a veces puede constituir una
experiencia muy solitaria, y la escritura se ha convertido en un auténtico
salvavidas. Me he convertido en el mejor protagonista de mis novelas, aunque no
creo haber alcanzado el nivel suficiente como para compartir tales historias
con nadie. En este sentido, puede que publicar algún día una autobiografía (un
poquito ficcionada) sea mi más añorado proyecto.
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