Entrevista a Carlos Manuel Lorenzo, autor del libro Historias breves con trazos gruesos
Carlos Manuel Lorenzo es escritor e ingeniero naval. Su actividad laboral le ha llevado por todo el mundo, lo que le ha permitido el contacto con diferentes culturas. Todo ello, unido a una gran avidez lectora y el interés por diferentes campos del saber como arqueología, historia, física, matemáticas o genética se ven reflejados en Historias breves con trazos gruesos. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Número de páginas: 200
Formato: 130 x 200
Colección: Biblioteca de Narrativa Breve
Autor: Carlos Manuel Lorenzo
Háblanos un poco
de ti.
No soy ningún
niño, he cumplido ya 63 años. Estudié ingeniería, pero siempre me han atraído
otras ramas del saber: Física, Astronomía, Genética, Historia, Literatura, Dibujo
y Pintura, entre otras.
Inicié mi
actividad profesional en programación, en los ochenta, en Cobol y con
terminales de fósforo verde conectados a un ordenador central enorme. Yo he
visto las tarjetas perforadas, que a los chavales de hoy en día les sonarán a
Historia Antigua. Las capacidades gráficas de aquellos equipos y sus
prestaciones harían reír a cualquier niño con una videoconsola.
Sin embargo, me
permitió tener una carrera profesional rápida, en la que visité diferentes lugares.
Viví durante dos años y medio en Uruguay, un país donde yo me he sentido como
en casa, pero recorrí casi casi toda Latinoamérica.
Mis inquietudes
no se han limitado al mundo de los negocios, esos viajes son, muchas veces, muy
poco más que ir de aeropuertos a hoteles con estándares internacionales, visitar
oficinas amuebladas casi de la misma manera y hablar con hombres vestidos de
traje y corbata. Yo siempre he encontrado la manera de escaparme y tratar de
comprender el alma de los lugares que visito.
De ahí, pasé a
ser responsable de un área geográfica apasionante desde el punto de vista
cultural: Europa, Norte de África y Oriente Medio. Viajar a esos países con los
ojos bien abiertos, llena el equipaje de experiencias.
Más adelante,
he desarrollado actividades relacionadas con aspectos técnicos y de gestión.
Para escribir,
lo primero es tener algo que contar y, después, saber contarlo. Ambos aspectos
son fundamentales y una obra que no esté surtida de los dos, estará coja.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
Historias breves con trazos gruesos?
Historias Breves con Trazo Grueso es un libro de ficción histórica. Consta de una
colección de relatos ambientados en diferentes épocas. Es imaginación, porque
no hay evidencias de que los todos los protagonistas y todos los hechos que se
narran hayan sucedido así. Sin embargo, hay un esfuerzo por el rigor histórico.
Los hechos, personajes y fechas se corresponden con la realidad conocida.
Hay una idea que
le oí formular a Alfonso Mateo-Sagasta, autor inteligente de novela histórica,
que ha marcado la línea que trato de seguir: «cuando escribes sobre hechos del
pasado, hay que respetar el dato; los sucesos que menciones y los ambientes que
describas deben corresponderse con el estado del arte». Sin embargo, los
espacios desconocidos son un regalo para el autor.
En ese sentido,
podemos encontrar historias cortas pero intensas, como flashes de luz, buscando
una visión original o sorprendente de los hechos y, al final del libro, tres futuros
posibles, aunque espero que improbables. Empezamos acompañando a los
neandertales y terminamos viviendo en un
mundo donde la mayoría de los trabajos los efectúan robots, gobernados por la
inteligencia artificial.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este
libro?
En general, los
estudios de Historia, su divulgación o incluso la novela histórica, seleccionan
los hechos que van a presentar al lector y los muestran en forma de
proposiciones causa/efecto. Es como le gusta ver las cosas al cerebro humano,
así las asimila y las comprende. Popularmente, se conoce como El Relato, con
mayúsculas, para diferenciarlos de lo que yo he desarrollado aquí.
Las estanterías
de las bibliotecas están llenas de los hilos fundamentales, que a veces se
contradicen entre ellos. La historia condiciona la visión que tenemos de
nuestra actualidad, por eso hay tanto esfuerzo por ahormarla a nuestras
convicciones.
Pero dejan muchos
sucesos al margen, o porque no son importantes o porque no encajan en la
versión. Ese espacio se presta a encontrar aspectos huérfanos y ponerlos en
valor con el relato breve. Una historia corta y rápida, que informa al lector
de facetas poco conocidas. Como un cuadro impresionista. Algo que, tal vez, no
es merecedor de un mural hiperrealista, pero que no debe caer en el olvido. En
definitiva, un punto de vista original.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
Lo comentado:
pequeños fogonazos de la historia ignorada. También le pido al lector que no se
deje engañar. Si alguna cosa le resulta extraña, que busque, que investigue y
que me haga llegar su opinión. Este libro está más pensado para provocar
debates que para cerrarlos.
Adelanto también
que hay un narrador poco confiable, que nos cuenta una historia indigna de
crédito. A ver si lo descubren y adivinan por qué. También hay una precuela de
«La dama del perrito», porque en ese relato de Chejov hay un personaje que creo
que el autor trata injustamente y he decidido reinventarlo.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Bueno, no sé
dónde he leído que, cuando Dupont se rindió ante Castaños en la batalla de
Bailén, le dijo: «Aquí tiene mi espada, vencedora en mil batallas», a lo que el
español respondió: «Pues ya ve, yo es la primera que gano».
Pues eso resume
mi trayectoria.
Detrás de este
primer libro que me publica una editorial, hay muchas vivencias personales y
mucho esfuerzo por aprender a escribir. Merece la pena mencionar una anécdota:
terminé mi primera novela en los noventa y, naturalmente, la envié a todas las
editoriales, que la fueron rechazando. Una me dio el consejo más difícil de
asimilar, duro pero que me ha sido de mucho provecho: «debe mejorar su estilo».
Lo agradecí mucho, porque no es fácil decirle algo así a una persona que está
suplicando elogios. He pasado cinco años en un taller literario, intentando
desarrollar las técnicas necesarias para ofrecer un producto de calidad al
lector (un saludo a Aránzazu de Isusi y Álvaro Fierro, mis profesores). Es
cierto que la literatura ha sido siempre mi afición y que llevaba muchos años de
estar en grupos de escritura, pero normalmente no basta con eso, ni con ser un
lector voraz, para escribir bien. Pero, sobre todo, «confieso que he vivido»,
citando a Neruda. Tengo a mis espaldas toda una trayectoria de experiencias y
de contrastar ideas con mil realidades. Esa es una de las fuentes que hay
detrás de mis escritos.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
«El asesinato de Sócrates», de Marcos Chicot. Leo novela histórica,
porque la mejor manera de entender al ser humano es tratar de revisar el pasado
con mente despierta.
La Grecia de la guerra del Peloponeso y la figura de Sócrates
proporcionan enseñanzas valiosas. Un conocimiento profundo de esa época derriba
mucho falso tópico, los clásicos estereotipos de lo que «todo el mundo sabe». Me encanta descubrir esos falsos ídolos y conocer
sus pies de barro.
De todas formas, lo más interesante de la novela y del relato históricos
es que te abren el apetito para saber más sobre una
época. La información que proporciona un novelista hay que contrastarla y para
eso existe toda una literatura de divulgación a diferentes niveles. Y, por
supuesto, está la red global. Hoy en día, con el acceso al conocimiento que
tenemos, si nos engañan que no sea por nuestra pereza.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Tres.
He terminado una
novela histórica, que intenta ver la etapa previa a la Segunda Guerra Mundial
con los ojos de una mujer afroamericana. La recluta el Deuxième Bureau en Luisiana y se ve envuelta en descubrir qué hay
detrás del programa nuclear alemán.
Ya tengo la
mayoría de los relatos para una segunda parte de «Historias breves de Trazo
Grueso».
Finalmente, acabo
de empezar una novela de ciencia ficción, que es un género que siempre me ha
atraído. Se parecerá más a «La Fundación» que a «La Guerra de las Galaxias».
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