Entrevista a Francisco Javier Rodríguez Buil, autor del libro Homo viator
Francisco Javier Rodríguez Buil es un escritor madrileño, catedrático de Filosofía en uno de los institutos históricos de la capital, el Cervantes. Además de esta obra, es autor del ensayo Antropología de la alienación según la filosofía del sujeto de Paul Ricoeur, y ha publicado artículos filosóficos en las revistas Paideia, El Ingenioso Hidalgo y en el Bulletin de la Societé des Amis de Montaigne. Homo Viator es un ensayo filosófico donde podremos responder a preguntas como: ¿En qué podemos creer tras las críticas de la posmodernidad a la falta de fundamento de los saberes que creíamos sólidamente racionales? ¿Son las ciencias suficiente apoyo para vivir humanamente? ¿Es posible asumir la finitud sin desesperar ni buscar apoyo en algún absoluto? Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Formato: 150 x 230
Colección: Ensayo 2000
Autor: Francisco Javier Rodríguel Buil
Háblanos
un poco de ti.
Soy una persona muy normal, familiar y amigo de mis
amigos. Nací en Madrid, donde me formé, doctorándome en filosofía en la
Universidad Complutense, y donde he desarrollado mi vida profesional, 37 años
como profesor de filosofía en la enseñanza secundaria, todos ellos en el IES
Cervantes.
Como intelectual, creo que me define la curiosidad por cualquier
enigma intelectual, desde los tópicamente filosóficos a la astrofísica, la
geopolítica, o los vaivenes de la economía mundial, si bien a todo siempre le
busco el lado antropológico. Creo que comprender algo, lo que sea, es un modo
de comprenderme a mí mismo y a mi mundo significativo en ello.
Puedo decir que tengo una buena formación en los autores
clásicos de la historia de la filosofía, pero siempre he intentado estar al día
de las novedades científicas y abierto a los autores que me parecen interesantes
de mi presente.
¿Qué podemos encontrar en las páginas de
Homo viator?
Es ante todo un libro de antropología filosófica. Una de
las vivencias que lo ponen en marcha es la de nuestra fragilidad,
vulnerabilidad y finitud. El subtítulo «La
condición humana de la posmodernidad al transhumanismo», indica que es una
reflexión desde la filosofía que culmina en la denominada posmodernidad, asunción máxima de la finitud humana, hasta los
actuales desarrollos del Transhumanismo,
que prometen superarla tecnológicamente.
El lector que se acerque a estas páginas encontrará una
explicación de qué son la Modernidad, la Posmodernidad y el Transhumanismo,
junto a una reflexión antropológica sobre el carácter narrativo de nuestro
psiquismo. Encontrará un decálogo de
creencias sobre la condición humana entendida como la de un eterno
peregrino en busca de un sentido, eso es lo que significa Homo viator, un sentido que necesitamos para sostenernos pero que
hoy sabemos que es obra nuestra, y como tal es un sentido finito y falible,
elaboración de un relato global del que no podemos prescindir pero hoy sabemos
que nunca podremos alcanzar de modo definitivo.
¿En
qué ingredientes reside la fuerza de este libro?
Creo
que hay más de un aspecto de interés en las tres partes en las que se divide el
ensayo.
En
la primera parte analizo cómo somos los humanos de la actual sociedad de la incertidumbre,
caracterizada porque somos a la vez
modernos y posmodernos, porque tenemos que conjugar la razón científica que
sólo describe hechos y la razón narrativa que interpreta el sentido de lo
humano; tenemos que conjugar el exceso de datos sin
comprensión que nos rodea, con los múltiples relatos parciales y la ausencia de
un único relato legitimador universalmente válido, del que no podemos ni
debemos prescindir, pero cuya ausencia de fundamento último debiera hacernos
más tolerantes en vez de más dogmáticos y fanáticos.
La
segunda parte fundamenta el carácter lingüístico y narrativo del psiquismo
humano, que nos permite vivenciar el tiempo y nos ofrece una identidad, para buscar
a continuación lo que nos dicen de lo humano los distintos tipos de relatos que
elaboramos.
La
tercera parte, finalmente, ofrece una descripción de la nueva teoría
transhumanista para poder confrontarla con la citada filosofía de la finitud.
¿Qué
quieres transmitir a través de este libro?
La posmodernidad implica la renuncia a
los absolutos fundantes y posibilita, a mi juicio, una asunción por fin adulta
de nuestra finitud. Intento transmitir la idea de que esa condición de
buscadores eternos de un sentido que nosotros mismos elaboramos, no implica ni
el nihilismo, ni la desesperación, pero tampoco el todo vale, pues ni todas las elecciones, ni todas las acciones, ni
todos los conocimientos valen igual. El humano del Antropoceno, el Homo viator, está
igualmente obligado a actuar y decidir de acuerdo a valores socialmente
consensuados, aunque sepa que los códigos por los que decida guiarse no son ni
eternos, ni constituyen verdades absolutas.
Quisiera transmitir la idea de que es
posible una espiritualidad laica, que
renuncia a los absolutos, asume la insoslayable finitud y opta por una búsqueda
hermenéutica de un horizonte global de sentido que nos permita orientarnos en
la convivencia.
¿Cómo
describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación a esta
última?
Desde mi primera publicación, un ensayo
titulado Antropología de la alienación, no
he dejado de reflexionar sobre la condición humana y de intentar comprender
nuestro presente. Mi formación es filosófica y científica, y me ha tocado vivir
en un momento en el que las ciencias y la tecnología dominan tanto el ámbito de
los saberes como el político y el social. En este contexto, me ha interesado
siempre la cuestión de si las ciencias son suficiente apoyo para vivir
humanamente, y una de mis constantes, que reaparece en mi último ensayo, es la
reflexión sobre qué podemos creer ahora que sabemos la falta de fundamento de
los saberes e ideologías que creíamos sólidamente racionales.
¿Cuál
fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Pues el último ha sido La construcción del Yo, el ensayo de Anil Seth sobre la
neurociencia de la conciencia. El tema me interesa tanto desde la filosofía de
la identidad como desde los descubrimientos científicos sobre los distintos
estados de conciencia, y especialmente me atraía la opinión de Seth de que lo
que llamamos realidad es sólo una alucinación
controlada, una ilusión útil de nuestro cerebro, y de que la conciencia
depende de los cuerpos biológicos en los que los cerebros se encuentran, y no
puede ser sin más reducida a funciones de procesamiento de la información que
pueda reproducir un ordenador.
Y
ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
En realidad, no he parado de escribir. Estoy redactando
unos breves ensayos de iniciación a diversos temas de actualidad desde una
óptica filosófica, una colección que he llamado Píldoras de filosofía, y de la que ya he autopublicado siete
números y ahora estoy con el octavo.
Creo que la jubilación es un
excelente momento para poner orden en las propias ideas y compartirlas con los
demás.
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