Entrevista a Ariel Hidalgo, autor del libro La opción Z. Cómo ser inmune a todas las enfermedades
Ariel Hidalgo es escritor de libros como Orígenes del movimiento obrero y del pensamiento socialista en Cuba. Su obra José Martí y las pretensiones de predominio yanqui sobre el istmo de Panamá resultó premiada en el certamen de ensayo convocado por la U. de Panamá. En 1981, siendo profesor de Filosofía, fue condenado a ocho años de cárcel por el manuscrito titulado Cuba, el estado marxista y la nueva clase, publicado posteriormente. Ahora nos presenta La opción Z. Cómo ser inmune a todas las enfermedades. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Número de páginas: 132
Formato: 130 x 200
Colección: Biblioteca de Narrativa Breve
Autor: Ariel Hidalgo
Háblanos
un poco de ti
Pues de mí puedo decirte que soy vegetariano desde hace un cuarto de siglo, que hoy, con 78 años cumplidos me siento como un joven de 18, que hago ejercicios y corro al aire libre, que vivo sin compromiso alguno excepto con mi perrita que saco a pasear dos veces al día.
Mi profesión es la de maestro y mi primera aula fue en una cárcel cubana impartiendo clases a presos condenados por motivos políticos. Estaba allí internado por causas menores, por desertar del Servicio Militar Obligatorio e intentar una salida ilegal del país después que todos mis seres queridos habían emigrado: mis padres, mi hermana y mi novia, a quien nunca más volví a ver. Por entonces no se permitía salir legalmente del país a los que teníamos edad militar. Al ser liberado, fui maestro de Primera enseñanza, luego, profesor de Matemática en nivel Secundario. Después impartí Historia en Facultades Obreras y, por último, Filosofía en el nivel de Bachillerato, en el mismo instituto donde yo había estudiado siendo un adolescente.
Estando allí fui arrestado por escribir un libro crítico del sistema político-económico impuesto en el país. Fue un escándalo porque para entonces, además de profesor de Marxismo, era ya un autor conocido en el sector cultural de La Habana. La condena fue de ocho años de cárcel, pero estando allí, seis prisioneros fundamos el primer grupo de derechos humanos del país que dio inicio al movimiento disidente. Hoy ese movimiento cuenta con miles de activistas en todo el país. En 1988, tras cumplir siete años, fui liberado gracias a una campaña internacional que culminó con la gestión del Cardenal de Nueva York y fui escoltado, casi desterrado, hasta el avión que me llevó a los Estados Unidos.
Viviendo en este país, he publicado ocho libros y numerosos artículos en revistas y periódicos.
¿Qué podremos
encontrar entre las páginas La opción Z?
He logrado reunir, en un pequeño libro que sea fácil de
leer, un conjunto de mis propias experiencias e indicios que se han dado a
conocer por separados en varias épocas por personalidades eminentes pero que,
en conjunto, revelan un secreto de vital importancia. Está a la vista de todos,
pero se ha tratado de ocultar a toda costa por poderosos intereses que se
verían afectados de darse a la luz en toda su magnitud como ahora se presenta aquí.
La ciencia médica, a pesar de todos sus adelantos en nuestro tiempo, se halla,
en realidad, en pañales, aunque ya varias investigaciones, en diferentes partes
del mundo, comienzan a tantear los contornos de una dimensión hasta ahora
desconocida, pero que se conocía y se practicaba en épocas remotas en una
civilización humana que fue sepultada luego por acontecimientos, más que
históricos, que tuvieron mucho que ver con la llegada del patriarcado. Todavía
es un misterio, por ejemplo, muchos de los conocimientos del Antiguo Egipto.
Pero de todos ellos, los más importantes eran los referentes a la salud.
Yo comparo a esta civilización humana con una inmensa caverna donde las
personas viven en penumbra alumbrándose con velas, desde que nacen hasta que
mueren, sin salir nunca al espacio exterior, sin conocer que afuera hay otro
mundo donde hay un sol esplendoroso que ilumina radiante todos los rincones.
¿En qué ingrediente
reside la fuerza de este libro?
Mira, yo creo que lo
más importante del contenido de este libro es que no se necesita ser médico
para entender y aplicar lo que en él se expone, y cada lector podría comenzar a
poner en practica sus enseñanzas sin necesidad de un terapeuta o un
especialista. Jesús no era médico y sin embargo curó a muchas personas y decía
que otros podían hacer lo que él hacía. Y efectivamente, sus discípulos luego
curaban a otras personas. La palabra “evangelio” significa buena nueva. Y él
vino a enseñar un conocimiento que, como muchos no creyeron, permaneció oculto,
porque no hay secreto más oculto que aquel que nadie cree. Sin embargo, él
decía: “Conoced la verdad y la verdad os hará libres”. Esa es la verdad que
enseña este libro.
Fue escrito en medio de la pandemia del covid. Tengo más de un amigo que se
vacunaron cuatro veces y sin embargo se contagiaron y estuvieron al borde de la
muerte. Otros, en mi edificio, en cambio, no se vacunaron y murieron. La
cuestión no es ser negacionista. La pandemia era real. El virus era una cosa
seria y murieron millones de personas en el mundo. La cuestión estaba en cómo
enfrentarlo. Yo no me vacuné nunca, no me encerré en mi apartamento. Escribí
este libro en una cafetería y no me contagié. Y en sentido general, nunca he
tenido que tomar pastilla alguna, ni siquiera una aspirina. La única cirugía
fue de apendicitis en una época de mi juventud en que no conocía aún las verdades
que se enseñan hoy en este libro.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Una vez escribí una historia sobre un soldado de un país en guerra que llega a
la frontera enemiga y se da cuenta de que no hay diferencia alguna entre los
que viven de un lado y del otro, y luego de muchas reflexiones, bota el fusil y
deserta. Lo leí en un taller literario y un novelista cubano de cierto
prestigio me dijo que aquello no era un cuento como creía sino un ensayo y me
aconsejó ampliarlo. Le hice caso, escribí un libro que llamé Ensayo sobre
las Fronteras y lo envié al concurso Casa de las Américas. No recibió
premio, ni siquiera mención, pero solicité leer los apuntes de los jurados,
Todos eran autores de América Latina excepto uno que era cubano. Las opiniones
eran favorables excepto la del cubano que decía que no tenía un enfoque
marxista. Aquello tuvo dos consecuencias: comprendí que mi género era el Ensayo
y empecé a estudiar marxismo.
Había estado escribiendo una historia de la Filosofía en Cuba y se me ocurrió
que podía publicar los capítulos por separados como artículos. Un amigo que era
ilustrador en algunas revistas, me recomendó una publicación cultural conocida,
El Caimán Barbudo y me presenté allí con varios textos. Se interesaron y
comencé a publicar. Allí supe de una agrupación de jóvenes escritores, La
Brigada Hermanos Saíz, que se reunían en la sede de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba y empecé a asistir allí semanalmente. Pronto surgió un
proyecto de publicar una antología por cada género. Pero resultó que como yo era
el único ensayista, me hicieron la concesión de publicar un libro completo.
Reuní varios de los artículos publicados, y los ordené cronológicamente, y así
salió mi primer libro: Orígenes del Movimiento Obrero y del Pensamiento
Socialista en Cuba. Despertó tanto interés que lo pusieron en la
bibliografía suplementaria de todas las carreras de letras, y yo todavía ni
siquiera me había graduado. No mucho después, durante un curso de post-grado,
una profesora que no me conocía me aconsejó leerlo.
Casi al mismo tiempo gané un concurso literario para todos los estudiantes
universitarios de América Latina convocado por la Universidad de Panamá con José
Martí y las pretensiones de predominio yanqui sobre el Istmo de Panamá,
sobre la agenda oculta de los Estados Unidos en la guerra de 1898, pero el
Gobierno Cubano no me permitió viajar a recoger el premio. La noticia fue
silenciada en Cuba y la mayoría de las revistas dejaron de publicarme.
Luego, cuando impartía clases de marxismo, me opuse a los actos de repudio contra los que intentaban salir del país durante el éxodo del Mariel. Un operativo de Seguridad del Estado registró mi domicilio y encontró el manuscrito que me llevó a prisión, Cuba, el Estado Marxista y la Nueva Clase, que sería publicada en Estados Unidos en forma de libro en 1988, el mismo año en que llegué a este país.
Al año siguiente la actriz Teté Machado y yo nos unimos en matrimonio y creamos juntos el Buró de Información del Movimiento de Derechos Humanos en Cuba, que sirvió de centro de recepción y difusión de casi todos los reportes del movimiento disidente en Cuba. Gracias al inmenso archivo que fuimos acumulando, publiqué, en 1994, un libro de 411 páginas titulado Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?
Desde entonces publiqué numerosos artículos sobre diferentes temas en varias revistas y periódicos, principalmente en El Nuevo Herald de Miami.
En 2002 un estudio de dos historiadores españoles, Arnáiz-Villena y Jorge Alonso sobre una antiquísima civilización, publicado en la revista Vivir la Arqueología, me motivó a investigar por mi cuenta. Las conclusiones a las que llegué fueron para mí de tal trascendencia que marcaron desde entonces una nueva visión de ver el mundo en mis posteriores obras: El más Grandioso de todos los Secretos (2014), La Revolución del Espíritu (2015), Jesús de Capernaún (2020), Apocalipsis, la Gran Revolución Civilizatoria (2021), Más Allá de Marx (2022) y sobre todo, La Opción Z, Cómo ser Inmune a Todas las Enfermedades (2023).
¿Cuál fue el último
libro que leíste?
Lo último que leí, que
yo recuerde, fue una historia novelada de la vida de Santa Elena, El Arbol
de la Vida.
¿Por qué lo
elegiste?
Me interesó porque
Santa Elena era la madre del Emperador Constantino, quien imprimió un giro
radical a la Iglesia Cristiana. Los cristianos de hoy lo veneran porque
supuestamente sacó a la Iglesia de la clandestinidad y la convirtió en religión
oficial de todo el Imperio, pero en realidad, según mis estudios, fue todo lo
contrario. Constantino atrajo a los cristianos para después reformar la Iglesia
de acuerdo a sus intereses. No fue Roma la que se cristianizó, sino que fue la
iglesia la que se romanizó, y ya no fue la misma de antes, la del pez, sino la
de la cruz, que era el signo de la caballería romana. De esto hablo yo más
detalladamente en Jesús de Capernaún.
Y ahora qué, ¿algún
nuevo proyecto?
Tengo varios proyectos,
pero el que principalmente estoy trabajando es en grande, de más de trescientas
páginas. Hasta ahora su título sería Destrúyanse sus Obras mediante el Fuego,
donde revelo varios secretos de mi vida que no he dicho antes y que darán qué
hablar. Es una historia que siendo real, parece novela. Te adelanto los tres
primeros renglones:
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