Entrevista a Guiomar Patiño, autora del libro Vidas sin tiempo
Guiomar Patiño es una escritora albaceteña y residente en Murcia, estudia Filología Clásica y desarrolla su labor docente como profesora de latín. Ha publicado: Porque no eres reina te lamentas, resultado de una investigación y Una muerte clásica, ambas publicadas por Editorial Adarve. Vidas sin tiempo es una obra sobre los hombres y los dioses compuesta de relatos. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Número de páginas: 242
Formato: 130 x 200
Colección: Biblioteca de Narrativa Breve
Autor: Guiomar Patiño
Háblanos un poco
de ti.
Yo soy una persona de lo más normal y cotidiano.
Como ya he dicho otras veces, nací en Albacete y resido en Murcia. Me gusta
definirme a través de lo que hago, ante la posibilidad, que siempre les digo a
mis alumnos, de ser mi juez más severo y, en ocasiones mi mayor desconocido,
por no decir mi peor enemigo.
Soy básicamente una profesora de latín, es decir
una especie en extinción orgullosa de serlo y para la que lo más importante en
la vida es lo más privado, es decir mi familia y mis amigos.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
Vidas sin tiempo?
Relatos escritos en muy distintos momentos de mi
vida y que, de alguna manera, yo creo que evidente, reflejan mi personalidad y
mis creencias. Los hay muy personales, relacionados con personas muy cercanas,
y otros cuyos protagonistas se me presentaron un día reclamando su puesto en
mis escritos, pero, a mi modo de ver, lo que unifica el contenido del libro es
precisamente que son más sentimientos reflejados en personas, o personajes, que
personajes con sentimientos. Uno siempre puede entender lo que siente otro a
poco que esté dispuesto a hacerlo y se da cuenta de que no cambia tanto una
simple variación de piel, sexo o realidad.
En ellos, en mis relatos, la mitología, la mía,
la greco-romana, ocupa un lugar principal porque su vigencia es absoluta.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este
libro?
Eso es difícil de
decir, por lo menos hasta que lo haya leído alguien ajeno a mí. Según yo lo veo
trata temas muy variados y que, por lo tanto, pueden atraer a gente muy
diversa. Incluso en los que tratan un tema mitológico no se ha optado por las
versiones más conocidas, aunque los personajes sí lo sean. Yo creo que es un
libro con el que uno se puede divertir y que, como todos los de su género,
cuenta con la ventaja de que te puedes organizar tú mismo los relatos en
función de tu estado de ánimo cada vez que lo sacas de la estantería, real o
virtual, sea cual sea el caso. Y, quizá, sólo quizá, y si hay suerte, tal vez
pueda producir un poquito de lo que los griegos llamaban catarsis, un poco de
liberación para nuestras vidas tan complicadas.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
¿Sería muy presuntuoso por mi parte decir que un
poco de felicidad al lector? Me gustaría enormemente que el que leyera mis
escritos se sumergiese en ellos, viese belleza en lo que lee y se aislase de
sus problemas. A mí escribirlos me ha servido para eso. He aprendido con mis
personajes a encajar la vida; me he olvidado de un dolor viendo otros mayores y
más terribles; he saboreado el reencuentro y la esperanza y hasta la fe: en los
hombres, pero también en Dios o en aquello en lo que cada uno ponga su fe.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Bueno, han pasado los
años y no pasan en valde. Creo que he evolucionado, y espero que para mejor, en
mi forma de escribir, en mi confianza para hacerlo y para transmitir lo que
escribo.
Algunos de estos
relatos, cuentos, se escribieron sin esperanza de que salieran jamás del cajón
donde los guardé y resulta que, después de que Adarve me diera la oportunidad
de publicar mis dos libros anteriores, ahora sí los veo en los ojos y las
mentes de otros. Publicar te da respaldo y confianza y, desde luego, es un
lujo. No puedo dejar de agradecer a editoriales como las del grupo Caudal esa
confianza.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
El último que leí completo es precisamente uno
publicado también por Adarve. Se trata de “Un trozo de queso” de José Luis
González. Un libro también de relatos tan bien escritos y con una sensibilidad
tal que, si su autor no se enfadara conmigo, yo equipararía a una gran caja de
bombones, uno quiere comérselos todos, pero, al mismo tiempo, no quiere que se
acaben.
Pero se acabaron y hasta que encuentre más libros
del mismo autor, estoy releyendo uno que leí hace tiempo, “La ley del Amor” de
Laura Esquivel, porque disfruté mucho cuando lo leí con muchos menos años que
ahora y quería ver si mantenía su encanto a mi edad y lo cierto y verdad es que,
más que mantenerlo, lo ha aumentado.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Por supuesto. Eso es precisamente lo que me ha dado
el hecho de ver mis obras, obritas más bien, publicadas: ganas de compartir lo
que sigo haciendo. Hacerlo ya es casi un imperativo de mi salud mental;
compartirlo es un placer nuevo recién descubierto. Lo que pasa es que soy muy
celosa de mi intimidad, o muy pudorosa con esta nueva etapa, según se mire, y
no me atrevo de hablar de proyectos hasta que no están cuajados y casi
empaquetados. Sigo escribiendo y a ver a dónde me lleva esta vez el viento.
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