Entrevista a Juan Luis Monedero, autor de Los dioses de Beseerevia
Primero nos sorprendió con el libro de relatos Mínima verosimilitud (E. Adarve, 2018), hoy nos presenta Los dioses de Beseerevia (E. Adarve, 2019); Juan Luis Monedero es redactor de la revista literaria El despertar de los muertos y mantiene un blog de ensayo y opinión. Está claro que su pasión es la escritura, ¿no? Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Leer primeras páginas
Háblanos
un poco de ti.
No hay mucho que decir. O hay demasiado. Todo depende del nivel de
profundidad o interés por mi persona, que intuyo escaso en los lectores. Lo que
mejor habla de un autor es su obra, así que sería más apropiado dejar hablar de
mí, o por mí, a estos Dioses de
Beseerevia que son los que deben acaparar, a mi juicio, la atención.
Por ser breve y descubrir algo de mí, podría decir que soy profesor de
Biología en un instituto de Móstoles, luego se me intuye cierta mentalidad
científica que no niego, que soy padre de familia lo cual, quizá de modo
equivocado, hace que se me presupongan cierta capacidad para el afecto y el
compromiso y que, ante todo, soy un soñador, siempre imaginando nuevos mundos,
o los viejos de siempre reelaborados, que deseo compartir con el público.
Porque, puesto a ser, me gusta pensar que soy un cuentista —cuentacuentos y
mentiroso inofensivo—, inventor de
pseudorrealidades con que entretener la mente. También un honest lier
que diría el mago Randy, ese gran desfacedor de entuertos y magias mentirosas.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Los dioses de Beeserevia?
Mentiras y falsedad, por supuesto. También
sueños, propios y ajenos. Imágenes de otro mundo lejano que no lo es tanto,
mentiras hermosas y adornadas que también incluyen un punto de verdad, de
proximidad a lo cotidiano. Un mundo fantástico, aparentemente lleno de magia, y
también fantasmagórico, poblado de sombras de lo que no fue y podría haber
sido.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Creo que en los puntos de contacto de
fantasía, delirio tal vez, con la realidad, que son más de los que, en
principio, parece. Como se menciona en la reseña del libro, la magia es más
aparente que real y nace de la voluntad y el deseo de credulidad —¿o será fe?—
de la gente. En casi todos los relatos el autoengaño se vislumbra a través de
la niebla que todo lo cubre. El autoengaño puede ser inconsciente, enmascarado
en creencia, convicción o necesidad, pero eso no lo hace menos real. A veces es
adaptativo, necesario o útil para sobrevivir. Pero, en otras ocasiones, tiene
un componente autodestructivo pero inevitable, al ser convertido en motivación
principal de las existencias de los personajes, en una suerte de destino del
que no pueden escapar aunque lo hayan creado los hombres. Beseerevia no existe,
pero posee el carácter de los lugares reales y una belleza que le es propia,
única en su especie.
¿Cuál es el personaje favorito de tu libro? ¿Por qué?
Debo confesar que siempre me cuesta mucho
decidirme por un personaje favorito. Esto, que es válido, para una novela, se
hace más cierto en una colección de cuentos. Ni tan siquiera cada relato
alberga un solo personaje favorito, ni aunque sea el protagonista. El libro es
un mosaico de ideas y también una obra coral, con distintos escenarios por los
que se mueven personajes necesarios junto con otros prescindibles, que son solo
parte del decorado.
Dicho lo anterior, podría escabullirme
afirmando que los prefiero a todos o decantarme por esos dioses inexistentes
que dan nombre al libro y que pululan por varios de los relatos. Sin embargo,
diré que mi personaje favorito es el milagrero que da título a uno de los
cuentos. De él se sabe poco o nada. Ni siquiera la gente le inventa rasgos
perdurables de aspecto o carácter. Pero ha de ser un tipo peculiar, más allá
del bien y del mal, como el verdugo de
Berlanga que cumple su función sin plantearse, puesto que va más allá de sus
atribuciones y capacidades, la justicia de sus actos o su responsabilidad con
respecto a las terribles consecuencias que su mano desencadena, aunque lo haga
solo como una suerte de intermediario.
¿Qué quieres transmitir a través de este libro?
Ternura. Emociones. Ideas. Con casi todos los
libros se pretende comunicar y provocar sentimientos y dudas. La colección de
relatos, por otra parte, se puede tomar en un sentido parabólico, que le cuadra
perfectamente dado el tono místico, quizá religioso y sacro, que algunas de sus
páginas transmiten. Tratando de contar una historia entretenida se pretende
comunicar un mensaje más profundo y hacer pensar, ir más allá de la apariencia
o lo meramente material.
Todos tenemos autores y textos preferidos pero, ¿cuáles han sido tus
referentes literarios para esta obra?
Yo diría que el tono general de sus páginas le
debe bastante a Las mil y una noches,
con esa Scherezade vertiendo sueños y fantasía en el oído del sultán hasta que
lo duerme y salva su vida por una jornada más. Pero el libro también es deudor
de Borges, a quien admiro lo suficiente como para declararme su seguidor y
tanto como para no atreverme a compararme con él. El libro incluye esa magia
lógica tan suya, de plantear algo tremendamente surrealista y llevarlo hasta
sus últimas consecuencias. En un tono meramente formal, o con respecto a la
temática, también podrían verse paralelismos con todos aquellos que han creado
mundos fantásticos, propios y peculiares, desde los abigarrados territorios de
Lord Dunsany o los planetas imaginarios de Edgar Rice Burroughs, hasta los más
elaborados de Tolkien y Lewis, pasando por las locuras de Carroll o los
terrores de Lovecraft. No sé si, aun sin yo percibirlo, se me pasean por los
relatos algunos tics de realismo mágico, con sus tintes surrealistas y
mundanos a la vez. Quizá una buena definición, o cuando menos me parece lo
bastante curiosa como para sugerirla, sería describir los relatos como un cruce
entre la supuesta objetividad del National Geographic y la ingenuidad
perversa de los cuentos infantiles decimonónicos de los hermanos Grimm, quizá
también con algo de Andersen.
¿Sueles leer libros de fantasía?
Sí, pero no en exclusiva ni mucho menos. Ahora
mismo estoy leyendo un libro de divulgación científica. Es un género que me
encanta. Didáctico, por supuesto, y con ese tono objetivo que he pretendido dar
también a estos cuentos.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Siempre lo hay. Lo primero, tengo en el
tintero una buena cantidad de textos ya escritos, incluidos muchos relatos, a
los que me gustaría dar salida. Uno escribe, ante todo, para sí mismo, pero si
se guardase lo que escribe y no deseara mostrarlo, el placer de escribir se
convertiría en una especie de onanismo que no me parece demasiado
satisfactorio. Quien escribe y da su obra a las prensas tiene algo de
exhibicionista que no casa bien con cerrar sus textos bajo llave, celoso de
ojos y opiniones ajenos.
Por ejemplo, acabo de terminar una novela más
próxima al existencialismo, pero que también podría encuadrarse dentro de la
ciencia-ficción, que en nada se parece a esta Beseerevia ni a otras de mis
obras. O un conjunto de relatos más o menos costumbristas, con más acento en el
pensamiento que en los sucesos descritos. Mil cosas, siempre. Creo que ser tan
ecléctico en mis gustos también me hace tocar muchos palos al escribir.
La verdad es que sí. Y no lo digo como una
opción de futuro. De hecho, hace poco escribí algunos relatos más para un
concurso literario y los guardo como un segundo volumen al que me gustaría dar
a la luz. Ya tiene título y, en mi modesta opinión, incluye algunas muy buenas
historias. Se llama Lágrimas de
Beseerevia. Y quizá estaría bien, si estos primeros cuentos tienen buena
acogida, presentarlo en público más adelante.
¿Qué te gustaría decirles a los lectores que se acerquen a Los dioses de Beseerevia?
Antes que nada que lo disfruten. Habrá cuentos
que los agraden más que otros. Todo depende de la sensibilidad de cada cual.
Pero creo que cualquier lector podrá encontrar su historia y su personaje, no
sé si para identificarse o solo para soñar. Si luego los lectores quieren meterse
en honduras, que retuerzan las ideas y saquen sus conclusiones pero, ante todo,
espero que puedan encontrar en estos relatos algo de la magia que yo quise
introducir en ellos, que no es otra que la de divertir al lector y proporcionar
algo de belleza, aunque sea ficticia, a nuestro mundo, tan empachado de
realidades más ásperas y desnudas que las aquí presentadas. El envoltorio, como
los excipientes de los medicamentos, siempre ayuda a tragar la píldora amarga y
encontrar el valor de la terapia.
Magnifica entrevista, y como siempre Juan Luis, existencialista y profundo.
ResponderEliminarAdentrarse en mundos mágicos es siempre arriesgado. De la mano de Juan Luis, el riesgo se vuelve asumible y gratificante. Cuentos para vivir y soñar. Gracias, Honest Lier.
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