Entrevista a José Carlos Turrado, autor del libro Infraliteratura y pecado
José Carlos Turrado es un escritor vallisoletano y profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado varios libros de narrativa, entre los que destacan Apología del martirio y El descuartizador del peine, así como los poemarios Canciones y Raza poética y la comedia Ciruelando y Leperita. Ahora publica su último poemario Infraliteratura y pecado. Os invitamos a conocer más a través de esta entrevista.
Formato: 150 x 230
Colección: Verso y color
Autor: José Carlos Turrado
que dura al par que extingue los retornos?,
ni queja ni consuelo son los hornos,
y es solo mi niñez toda mi altura;
un metro, cinco, diez, nada lo cura,
hereje que te zampas los adornos,
y yo, por fugarme de estos contornos,
no he dado ni un instante de dulzura;
tan solo a quien la hallara amarga y vana
mi voz cantó canciones al oído
y efecto conllevaron de campana;
mi nana me he quedado y me he dormido:
escucha mientras cierro la ventana
por fin este silencio donde anido.
Háblanos un poco
de ti.
Soy un profesor
de Lengua y Literatura a quien últimamente le ha dado por publicar algunas de
las cosas que escribe. La Literatura ha sido siempre, desde niño, mi vocación,
y siempre he escrito un montón de textos; la diferencia en los últimos años es
que los ofrezco a la luz pública.
Lo que le está
sucediendo a la Literatura últimamente, y aquí hablaría incluso de
generaciones, no resulta de mi agrado, ni mucho menos. Tanto docencia como
publicación forman, de alguna manera, parte de un mismo combate. Es mi humilde
colaboración para modificar una deriva que considero muy peligrosa.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas
de Infraliteratura y pecado?
Más que en mis
poemarios precedentes, de perfil más clásico, utilizo recursos líricos de la
tradición del siglo XX. Tenemos una riquísima gama de recursos conquistados a
lo largo de siglos y siglos a nuestra disposición, y que son desconocidos o muy
poco conocidos tanto por los creadores como por los lectores del presente. El
español es la lengua más literaria de cuantas hayan existido, incluso superior
al griego y al latín, por recorrido (ellas carecieron de modernidad); no hay
lengua literaria parangonable a la nuestra, ni siquiera el inglés, el italiano
o el francés. Con el español se puede hacer de todo, está preparado para todo,
al menos, hasta que acabemos de cargárnoslo. La lírica actual, en general,
independientemente de gustos y sensibilidades, está aquejada de una flagrante
pobreza expresiva, me temo, y eso es especialmente triste después de tanto y
tanto trabajo y saber acumulados a lo largo de la historia. Lamentablemente,
las generaciones vigentes escriben lírica infantil, como niños que acabaran de
aprender. Descubridores del huevo. Eso no puede ser. Si la poesía de nuestro
tiempo va a ser mala, que sea por nuestro mal gusto o por nuestro mal juicio,
no por ignorancia. Eso no tendría perdón. Nuestro tiempo debería ser el más
culto de la historia, no el más lerdo. Mis poemas tienen voluntad de poesía
integral que se nutre de la expresión poética de todas las épocas; suma y no
renuncia a nada. Todo se debe aprovechar.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este
libro?
Remito a mi respuesta
anterior. Dentro de mis limitaciones personales, esto es lírica, es decir,
expresión humana en grado sumo. Una experiencia trascendental que puede
resultar tan enriquecedora como devastadora. Lo que sí que puedo garantizar es
que este menda es de los que “lo han leído todo”, ha toreado en todas las
plazas, de Píndaro a Gil de Biedma, desde Safo hasta Celan.
¿Qué quieres
transmitir a través de este libro?
Lo que siempre
quisieron transmitir los poetas: condición humana, amor y mortalidad.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Llevo unos
treinta años escribiendo y sólo tres publicando. Mi evolución está en los
cajones de mi escritorio y en un armario ropero en la casa del pueblo, criando
roña y polvo.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Yo leo sin parar, todo el tiempo. Nunca hay un “último libro que leí”.
Hoy es uno, mañana será otro que probablemente no tendrá nada que ver. Miro
alrededor: Belle du Seigneur de
Albert Cohen, El lindo don Diego de
Moreto, Idea imperial de Carlos V de
Menéndez Pidal. ¿El motivo? Que todavía no los había leído.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Claro, por
supuesto, un montón. También escribo sin parar. Es lo suyo. No soy ni joven ni
viejo, es el momento. A mi edad no hay ningún derecho a la pereza, y ninguna
excusa válida, aunque tantos y tantos de mis contemporáneos no sean conscientes
de ello. Somos una sociedad de “víctimas” e irresponsables, esperamos que
Amazon, MacDonald’s y los niños a los que no hemos instruido escriban en
nuestro lugar.
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