Háblanos
un poco de ti.
Soy venezolano, estando impregnado de esa cultura por los 4 costados,
haciendo que vea al mundo con una perspectiva tropical, en donde lo insólito,
es parte de lo cotidiano y lo normal se me presente en ocasiones como raro.
Tal vez una constante de mi vida ha sido el deseo de saber
insaciablemente, teniendo curiosidad infinita por conocer casi de cualquier
cosa, siendo posiblemente la causa de que me haya gustado tanto estudiar y
escribir y creo, que lo segundo, es más difícil hacerlo sin lo primero, así vivas
100 años.
Estudié Historia y Derecho, dos áreas del saber en donde la escritura,
reflexión y necesidad de avanzar en el conocimiento están presentes
permanentemente, que lo he combinado con una capacidad innata para hablar
fácilmente en cualquier circunstancia y escenario.
En ocasiones pienso que no existe ningún campo de estudio que no me
interese. Tengo algo así como un síndrome arrollador por curiosear y
profundizar sobre todas las cosas, importantes e igualmente banales, a fin de
cuentas, eso puede ser muy relativo.
Nunca pensé vivir fuera de mi país, sin embargo hacerlo me ha permitido
comprender un poco más al ser humano, lo que quizás, ha sido algo que ha
favorecido mi escritura, al ampliar, literalmente, mis fronteras.
Al escribir es necesario dedicarse con ahínco para que al menos te guste
a ti mismo lo que produces. Adicionalmente, personas como yo, utilizamos la
escritura en los distintos estados de ánimo que la vida nos va generando:
tristeza, alegría, euforia y demás.
La escritura
te permite crear mundos, personajes, situaciones, sintiendo que haces y
deshaces, un poder que es tuyo y para ti, sin necesidad de efectos reales
sobre las personas, pero como dialéctica, con posibilidad de modificar
sus sensaciones al leer lo que haces.
¿Qué
podremos encontrar entre las páginas Lázaro… El día que iba a morir?
Mucho
humor ante situaciones insólitas que parecieran ser poco probables que le
ocurran a una persona y todas en la misma jornada, además el día que va morir,
cosa que sabe el lector, pero no el protagonista.
La
novela da la posibilidad de reflexionar sobre la muerte, el dolor y otros temas
que nos hacen humanos, para tratar de darle respuestas a tantas preguntas que
frecuentemente nos pasan por la cabeza y a las cuales, pareciera, que no le
encontramos soluciones.
Igualmente
intentar de desmontar mitos que supuestamente nos dan tranquilidad, pero que a
la vez, nos generan ataduras peores, que aquello que presuntamente
dicen solucionar.
Creo
que enamorarse de un personaje que ante las adversidades siempre ve el lado
positivo de los problemas, llevándonos a quererlo y a entristecernos, porque
permanentemente sabemos, que ese será su último día, en el cual fallecerá.
Esto
ratificará que la vida es perfecta con su inseguridad y desconocimiento sobre
lo que sucederá en el segundo inmediato de nuestras vidas, permitiendo esa
incertidumbre que siempre sigamos adelante.
¿En qué ingrediente reside la fuerza
de este libro?
Posiblemente
en aquello que nos hace absolutamente humanos como la muerte, la falta de poder
sobre la vida, el deseo por controlar el presente y el futuro, en los cuales
queremos infatigablemente influir y ratificando que la existencia es perfecta
tal cual es.
Haciéndonos
reflexionar sobre esos deseos de vida eterna y de saber sobre el porvenir,
creyendo que sería una solución a nuestras angustias, cuando en realidad,
pasaría lo contrario.
Quizás,
todos quisiéramos tener cerca a un personaje como Lázaro, para quien
generalmente hay posibilidades de salir victorioso ante las adversidades,
desconociendo esa actitud tan común de víctima, usada muy frecuentemente
para manipular, someter y lograr objetivos, no necesariamente benévolos.
¿Qué
quieres transmitir a través de este libro?
Que
no sabemos por qué, ni para qué existimos, más allá de ser parte de un proceso
biológico de la naturaleza, pero que en todo caso pareciera inmejorable como
es, con su incertidumbre permanente. La certeza, sería mucho peor.
Ratificar
que la única seguridad que existe es la inexistencia de ella, siendo una
vanidad de nuestra especie el creer que somos especiales y que podemos
controlar algo, cuando representamos una minúscula partícula de un gran todo.
¿Cómo
describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta
última?
La
escritura, como todo medio de expresión es un proceso que no se detiene,
necesitas prepararte permanentemente, colocarte retos, tratar de superarlos e
ir creando herramientas que den respuesta a tus expectativas.
Mi
trayectoria como escritor es un descubrir constante, porque en ocasiones puedo
no reconocer algo que escribí e impactarme positiva o negativamente, pues las
cosas son según el momento y sus circunstancias, no escapando la creación a esa
regla.
El
escribir es un ejercicio que necesita renovarse sin cesar, para ello es
necesario colocarse retos.
Yo
lo he hecho y en ese sentido creo que rara vez habrá un escrito mío igual a
otro. Busco precisamente tener éxito en esa meta que me he colocado, bien sea
haciéndolo sobre una persona anciana, alguien de buen humor o poniéndome en la
piel de una mujer.
No
podría decir que mis escritos de ahora son mejores que los anteriores, pero si
puedo asegurar que son diferentes, que el oficio hace que se tengan otras
herramientas y que la vida, igualmente, permite que veas el mundo distinto a
tiempos ya pasados, llevándote a reflexiones y conclusiones con otras visiones
o con enfoques diferentes.
¿Cuál
fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Yo
leo muchos libros a la vez y en ocasiones tardo en terminarlos. Sin embargo,
extrañamente, en estos días he finalizado 3 que me han dejado pensando
largamente:
Antimanual
del sexo de Valérie Tasso; La noche en que Frankenstein leyó el Quijote de
Santiago Posteguillo y La invención de Jesús de Nazaret de Fernando Bermejo
Rubio.
El
de Valérie Tasso lo leí porque ella es una mujer conocedora de la sexualidad
humana en general y de la femenina en particular, escribe muy bien y es muy
culta. La leo desde hace muchos años y lo hago con todo lo que va publicando.
El
de Fernando Bermejo por el título y no me decepcionó, tiene una pluma brillante
y el personaje de Frankenstein me apasiona, considerando que, lamentablemente,
Hollywood le hizo un flaco favor y la gente conoce poco la novela de Mary
Shelley, que se aleja de lo que puso en las pantallas aquella industria, entre
otras cosas, porque el monstruo es Víctor y no el resultado de su creación quien
es profundamente humano.
El
de Fernando Bermejo porque la Iglesia Católica y sus personajes me han llamado
mucho la atención siempre, costándome creer cómo a partir de hechos históricos
tan difusos, se pudo montar un entramado que ha funcionado ya por más de 2.000
años, convenciéndome de que las personas creemos, lo que queremos creer, más si
quienes difunden algo, le dan a las teclas perfectas de la manipulación,
aderezadas con los miedos.
Y
ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
He
terminado recientemente Rebeca, ¡Ojo con las hojas de las hojillas!En la
que me coloco en el sentir de una mujer y trato de identificar, desde esa
perspectivas, temas como el amor, la pasión, el erotismo y su relación con
ellos.
Ahora
trabajo en otra que he llamado Vanesa, ¡no!, también desde la
perspectiva femenina, pero con un contenido diferente, al ser otro el tema, más
relacionado con las relaciones amorosas marcadas por la diferencia de edad
entre la pareja.
Igualmente
escribo ¡A lo lejos!, para intentar entender el mundo diseñado para la
gente que oye y habla, desde la perspectiva de un niño sordo – mudo.
Finalmente
sigo con Las cóleras de Aquiles, porque la furia es un tema que siempre
me ha impactado mucho por la capacidad súbita que tiene de modificar la
conducta y personalidad de una persona
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